Compartir:

Bajo el lema 'No tengo miedo', más de cien mil personas marcharon este sábado en Barcelona contra la violencia yihadista, en presencia del rey de España que fue fuertemente abucheado por manifestantes con banderas independentistas catalanas.

Convocados por el ayuntamiento de la segunda ciudad de España y el gobierno regional catalán, barceloneses y visitantes quisieron mandar un mensaje de paz tras el doble atentado que nueve días antes dejó 15 muertos en Barcelona y en la localidad costera de Cambrils.

'La mejor respuesta: la paz', 'No a la islamofobia', podía leerse en las pancartas que enarbolaron los manifestantes -medio millón según la policía municipal- junto a rosas rojas, blancas y amarillas, los colores de Barcelona.

Era la primera protesta en la historia de la democracia española en que participaba un monarca, pero Felipe VI recibió silbidos y abucheos de muchos manifestantes en una región, Cataluña, de fuerte sentimiento republicano cuyas autoridades quieren separarse de España.

'Momentos muy duros'

Tras una pancarta con el lema 'No tinc por!' ('¡No tengo miedo!' en catalán), abrieron la marcha representantes de los colectivos que tras el atentado en las Ramblas de Barcelona acudieron en socorro de los afectados: policías, bomberos, médicos pero también vecinos y comerciantes que abrieron sus puertas a las víctimas heridas y asustadas.

Entre ellos estaba Montse Rovira, de 53 años, jefa del servicio de emergencias sociales del ayuntamiento que tras el ataque, explicó a la AFP, acogió y ayudó 'a las personas que iban perdidas, a quienes no encontraban a sus familiares'.

Sus psicólogos trabajaron sin descanso acompañando a las familias en el reconocimiento de los cadáveres y tratando el estrés postraumático de testigos, médicos o bomberos.

'Han sido momentos muy duros', reconoció. 'Estábamos listos a nivel logístico, pero a nivel psicológico no estás nunca preparado para algo así', agregaba.

En segunda fila desfilaron codo con codo políticos y otras autoridades, entre ellas el jefe del ejecutivo español, Mariano Rajoy, y el presidente del gobierno regional, el independentista Carles Puigdemont.

Tras ellos se alzaban numerosas 'esteladas', la bandera separatista catalana con una estrella blanca sobre fondo azul, y carteles de 'Vuestras políticas, nuestras muertes'.

Algunos manifestantes querían denunciar así la 'hipocresía' de los representantes del Estado español por marchar contra la violencia yihadista, cuando venden armas a países como Arabia Saudita, acusados de vínculos con el islamismo radical.

'La solución al problema del terrorismo no es más vallas metálicas ni más policías, sino cortar la financiación del Estado Islámico', decía Josep Anton Montfort, traductor jubilado de 64 años, en referencia al grupo yihadista que reivindicó los atentados.

'Mensaje de unidad'

Al volante de una camioneta blanca, el 17 de agosto un joven marroquí se subió a toda velocidad al paseo peatonal de las turísticas Ramblas y arrolló a cientos de personas, matando a 13 e hiriendo a otras 120 de 35 nacionalidades.

Después mató a puñaladas a un automovilista para escapar en su vehículo. La policía lo localizó y abatió el lunes a unos 50 km de la ciudad.

Mientras tanto, sus compañeros, cinco muchachos marroquíes de 17 a 24 años que crecieron en Ripoll, un apacible pueblo de los Pirineos, intentaron otro atropellamiento masivo en una pequeña localidad costera, Cambrils, matando a una mujer antes de ser abatidos por la policía.

Al parecer, habían sido adoctrinados por el imán de Ripoll, que murió junto a otro integrante de la célula cuando explotaron por accidente las bombas que estaban preparando en el pueblo catalán de Alcanar.

Con ellas, determinó la investigación, pretendían cometer atentados muchos más mortíferos contra grandes monumentos, antes de ver sus planes truncados.

'Hay que saber distinguir entre el islam y los yihadistas', advertía Saray Goméz, de 18 años, una de las floristas de las Ramblas, todo un símbolo de la ciudad, que también desfilaron en la cabecera.

'Hay que mandar un mensaje de unidad y paz' porque 'los terroristas lo que quieren es que odiemos', agregó.

En menos de una hora, la manifestación culminó en la céntrica Plaza de Cataluña, con la lectura de unos breves mensajes de recuerdo a las víctimas y agradecimiento a voluntarios y socorristas, cuya simple mención desató nutridos aplausos.

Se cerró con la interpretación de 'El cant dels ocells' ('El canto de los pájaros'), un tema popularizado por el difunto violonchelista catalán Pau Casals como himno de paz y libertad durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), ante el que más de uno no pudo contener las lágrimas.