Sobre una mojada lámina de madera clavada sobre la ventana de una vivienda, alguien garabateó con un clavo y con mucha prisa una súplica: 'Dios, ayúdanos a todos', tras el devastador pasaje de la tormenta Harvey por esta localidad texana.
Con el cierre de dos aeropuertos, la evacuación de un importante hospital y sus principales vías cortadas, Houston, la principal ciudad de Texas, sucumbía ayer a las inundaciones sin precedentes causadas por la tormenta, que deja al menos tres muertos.
'Me quedé durante toda la tormenta (...) vi la destrucción pasar, los techos de las casas volar, los árboles caer, fue horrible', comentó John Moraida, habitante de Victoria, al suroeste de Houston.
Cerca de él, Teresa Reeder enumeraba sus preocupaciones: el agua, la electricidad 'para los refrigeradores, la comida y que todo el mundo esté bien de salud'.
Temor por inundaciones
Pero hay otro tema que también les mantiene en tensión: las inundaciones que pueden ocurrir en los próximos días cuando el agua baje de los poblados del interior, donde Harvey, ya degradado a tormenta tropical, permanece casi estacionado.
'Este fenómeno no tiene precedentes y la totalidad de su impacto es aún desconocida y puede ir más allá de todo lo ya experimentado', escribió en Twitter el Servicio meteorológico nacional (NWS), que había advertido que la amenaza de inundaciones 'catastróficas' y 'potencialmente mortales' persistirá varios días.
La región de Houston/Galveston ha recibido más de 60 cm de lluvia en las últimas 24 horas, según el NWS. 'La situación es grave y va a empeorar', advirtió el gobernador de Texas, Greg Abbott, en la cadena Fox News, asegurando que los daños ascienden a 'miles de millones de dólares'.
'Aunque haya algo de calma hoy, no piensen que la tempestad ha terminado', dijo por su lado el alcalde de Houston, Sylvester Turner, llamando a los 2,3 millones de habitantes de la ciudad a quedarse en casa y evitar las calles que pueden convertirse súbitamente en ríos.