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Tzako Waiapi recuerda perfectamente la primera vez que se topó con un hombre blanco mientras cazaba en la selva amazónica: a partir de ese día casi todas las personas que conocía murieron misteriosamente.

Ese encuentro a inicios de los años 1970 fue un cruce inesperado entre dos mundos, pero también el inicio de una terrible tragedia.

De un lado estaban los miembros de la tribu waiapi. Del otro, los pioneros brasileños de la implacable minería, la tala de árboles y la explotación de las riquezas naturales en la Amazonía.

Ninguno sabía de la existencia del otro.