El presidente brasileño, Michel Temer, será dado de alta el próximo lunes tras haber sido sometido a una cirugía por una hiperplasia (aumento) benigna de la próstata, informó este sábado su equipo médico.
El procedimiento fue realizado en la noche del viernes en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo, dos días después de que el mandatario de 77 años fuera hospitalizado en Brasilia por una obstrucción en la uretra.
'Clínicamente está muy bien. Pasó la noche en una unidad de terapia semiintensiva, porque la cirugía terminó tarde', dijo el cardiólogo Roberto Kalil Filho en una conferencia de prensa.
'Está estable, no hubo ningún incidente. Ahora está en una habitación común y debe ser dado de alta el lunes', añadió.
Horas antes, la presidencia explicó en un comunicado que el mandatario fue sometido 'a una desobstrucción uretral a través de una resecación de la próstata'.
El miércoles pasado, Temer debió ingresar al Hospital Militar de Brasilia para que le realizaran un procedimiento con 'una sonda vesical por video', durante un día de alta tensión en que la Cámara de Diputados votó si frenaba o daba luz verde a una denuncia penal en su contra.
Temer abandonó el centro médico esa misma noche, justo a tiempo para celebrar que su base aliada había bloqueado la causa, que tenía potencial para costarle la presidencia.
Una salud 'excelente'
La salud del mandatario conservador volvió al ojo público a principios de octubre, cuando durante un chequeo médico le detectaron una obstrucción arterial coronaria 'leve'.
El cardiólogo Kalil Filho se refirió este sábado a esa dolencia: 'El cateterismo, que en teoría está previsto, lo vamos a dejar para el futuro'.
En aquel momento, la presidencia había informado que el mandatario sería tratado con aspirina y dieta, que su salud era 'excelente' y que no había ninguna intervención agendada.
En los últimos cinco meses, Temer ha estado bajo fuego.
En ese lapso, su mandato comenzado tras la destitución de la izquierdista Dilma Rousseff en 2016 enfrentó un juicio en el Tribunal Superior Electoral y dos acusaciones de la Fiscalía General por corrupción, por liderar una asociación ilícita y por intentar obstruir a la justicia.
Convertido en el primer presidente brasileño en funciones en ser acusado de un crimen común, Temer logró superar los tres procesos a costa de un fuerte desgaste que redujo su apoyo popular a apenas un 3%, el menor desde el retorno de la democracia en 1984.