Miles de zimbabuenses salieron el sábado a la calle en Harare para pedir la renuncia del presidente Robert Mugabe, abandonado poco a poco por sus más fieles aliados, en una movilización apoyada por el ejército, que tomó esta semana el control del país.
'Demasiado es demasiado, Mugabe tiene que irse', 'Descansa en paz Mugabe', 'No a la dinastía Mugabe', se podía leer en las pancartas que enarbolaban los manifestantes, la mayoría de ellos negros pero también blancos, un hecho poco común.
Estas manifestaciones anti-Mugabe cierran una semana de crisis política sin precedentes en Zimbabue, donde las Fuerzas Armadas tomaron el control del país y pusieron bajo arresto domiciliario al jefe de Estado, en el poder desde 1980.
Una parte de los manifestantes se dirigió hacia el palacio presidencial, en el centro de la capital, cuando militares armados les bloquearon el paso. Se sentaron entonces en la calzada en señal de protesta, a unos 200 metros del palacio.
Al mismo tiempo, miles de participantes avanzaban hacia la lujosa residencia privada del jefe de Estado, conocida como la 'Casa Azul', en las afueras de Harare.
La intervención del ejército representa un giro en el largo reinado de Robert Mugabe, marcado por la represión de cualquier oposición y una grave crisis económica.
Con 93 años, el decano de los jefes de Estado en activo está cada vez más aislado, después de que sus más fieles aliados lo hayan ido abandonando: después del ejército y de los veteranos de la guerra de la independencia, fueron las secciones regionales del partido presidencial Zanu-PF las que pidieron el viernes por la noche que dimitiera.
'Tengo 30 años. Imagínese, nunca he trabajado. Y esto es por culpa del régimen de Mugabe. Por eso pedimos un cambio', explicó el sábado a la AFP Kelvin Shonhiwa, un manifestante con una bandera de Zimbabue.
'Hemos esperado demasiado este día', aseguró por su parte Emma Muchenje, 37 años.
Stephanus Krynauw, un granjero blanco expulsado durante la polémica reforma agraria impulsada por Mugabe en 2000, también salió a la calle. 'Hace mucho tiempo que algo así no sucedía, estar juntos', la mayoría negra y la minoría blanca, descendiente de los colonos británicos.
La protesta fue organizada por los veteranos de la guerra de la independencia —ineludibles actores de la vida política del país— y movimientos de la sociedad civil, entre ellos el grupo ThisFlag del pastor Ewan Mawarire, una de las figuras clave del movimiento anti-Mugabe reprimido en 2016 por las fuerzas de seguridad.
Los militares estaban presentes el sábado en las calles de Harare, pero esta vez los manifestantes los saludaban y les daban la mano. Algunos de ellos incluso llevaban fotos del jefe de Estado Mayor, el general Constantino Chiwenga, que 'apoya totalmente' las marchas.
‘Se acabó la partida’
En la madrugada del miércoles, el ejército intervino --sin derramar sangre-- en Harare en apoyo a Emmerson Mnangagwa, destituido una semana antes de su cargo de vicepresidente.
El ejército puso en arresto domiciliario al presidente Mugabe, aunque estaba autorizado a hacer algunos desplazamientos.
El viernes hizo su primera aparición pública desde el golpe de Estado, en una ceremonia de entrega de diplomas universitarios en la capital. No hizo ningún discurso y a ratos cabeceaba, como suele hacerlo en público, sentado en un inmenso sillón de madera y cuero.
Al autorizarlo a salir de la residencia presidencial, el ejército quiso demostrar que lo trataba 'con dignidad y respeto', antes de encontrar una solución a la crisis política, explicó a la AFP Anthoni van Nieuwkerk, profesor de ciencias política en la universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo.
Por el momento, las discusiones no avanzan y el presidente se aferra al poder.
El ejército sin embargo se felicitó el viernes por haber hecho 'avances significativos' en la purga contra el entorno de la pareja presidencial.
En el punto de mira de las Fuerzas Armadas está el grupo llamado G40, una facción del Zanu-PF que brinda apoyo a la primera dama, Grace Mugabe, y sus ambiciones presidenciales.
Fue ella quien hizo caer a Emmerson Mnangagwa, de 75 años, un candidato demasiado peligroso en la carrera para suceder al presidente, tras llevar a cabo una campaña de denigración contra su adversario.
'Se acabó la partida', dijo el viernes el influyente jefe de los veteranos de guerra, Christopher Mutsvangwa, dirigiéndose a Mugabe.
Emmerson Mnangagwa, que huyó del país poco después de su destitución, regresó a Zimbabue el jueves. Todavía no ha aparecido en público pero su nombre es uno de los que circula para dirigir una posible transición política.