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Luis Tagliapietra quiere hablar de su hijo, que la gente conozca a Damián, ‘Lucho’ para los conocidos, ese joven de 27 años apasionado por el mar, que viajaba a bordo del ARA San Juan, donde hacía una especialización en armas submarinas.

Tagliapietra padre, 46, está en Mar del Plata desde la tarde del jueves, cuando llegó tras manejar a 180 km por hora su camioneta los 400 km que separan esta ciudad portuaria de Beccar, en la periferia norte de Buenos Aires, apenas supo que se había confirmado que el ruido de la explosión en el Atlántico Sur correspondía al submarino.

Fue con un llamado de Fabián Rossi, el jefe directo de su hijo. En ese momento, 'yo le pregunté si estaban todos muertos y me dijo que sí', contó este viernes entrecortado por un sollozo. Después fue más moderado en su afirmación.

Estremecido por la noticia, tomó su camioneta y se trasladó a la Base Naval de Mar del Plata, para poder 'pedir explicaciones cara a cara'. Las recibió, admite, y pero asegura que 'hay cosas que no me cierran'.

Entre ellas, que pese al impresionante operativo internacional de búsqueda lanzado, que lo emociona y al que agradece, se haya tardado ocho días en saber de la explosión. 'Es muy raro', estima.

Sistemas de detección hidro-acústica captaron que hace 10 días hubo una explosión justo en la ruta que debía seguir el submarino, noticia que hundió a los familiares en el pesimismo.

Luis, que fue padre de Damián a los 19 años, casi adolescente, se quiebra cada vez que evoca la ternura por ese joven, el mayor de sus tres hijos que realizaba su tercer viaje en submarino.

Sin consuelo. 'Estoy destruido', confesó a periodistas, frente al mar, en la escollera norte de la base naval de Mar del Plata, a metros de los barcos amarrados y del submarino ARA Salta, uno de los tres que tenía la Armada Argentina.