Una llamada telefónica es el único contacto con una realidad que está a 1.171 kilómetros de Barranquilla. Son las 8 de la noche y digito un número de celular; repica tres veces y atiende una voz cansada. De inmediato, el acento denota una mezcla entre venezolano y colombiano. Quien responde es Blas Elías Moreno Ochoa, uno de los 59 colombianos detenidos en Caracas.
El tono sumiso y pausado deja entrever que su estado de ánimo no es el mejor. 'Ya no sabemos qué hacer. La esperanza se desvanece, siento como si alguien estuviera jugando con nosotros de manera perversa', asegura el hombre de 38 años y oriundo de El Carmen de Bolívar.
'Salí con mi familia de Colombia, de una zona azotada por la guerrilla, buscando tranquilidad. Cuando todo parecía estar bien, ocurre algo que le da un giro a mi vida, y de la noche a la mañana me convierto en un paramilitar, solo porque así lo dice Maduro', afirma el hombre.
Entre silencios y pausas, Moreno Ochoa regresa el tiempo 22 años atrás: 'Vivíamos en el corregimiento de San Isidro, en la vereda de Guamanga. Allí teníamos nuestra casa, nuestra tierra. Por algún tiempo fuimos felices, aunque luego la violencia de la guerrilla nos hizo abandonar la zona. A Venezuela llegamos al barrio Petare mi mamá y mis cinco hermanos. Acá estaban unos tíos que nos tendieron la mano pues no teníamos a donde ir', narra.
Una historia
La voz de Moreno se entrecorta. Pasan varios segundos y se escucha un suspiro. Sin preguntar, cuenta que hace 15 años uno de sus hermanos fue asesinado por paramilitares.
'Me van a tildar de paramilitar cuando uno de ellos mató a mi hermano en El Carmen', balbucea el hombre, quien de repente le da un giro distinto a la conversación.
'Era la tarde del 1° de septiembre, acababa de salir del trabajo y me dirigía a mi casa. Trabajaba como albañil en la embajada de Polonia, en Las Mercedes (sureste de Caracas). Cuando estaba en la Redoma de Petare esperando transporte, unos militares me pidieron mis documentos. Yo estaba con unos tíos, ellos también los entregaron. Nos llevaron a una comisaría. A ellos los soltaron y a mí me trasladaron a los calabozos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Nunca me dijeron por qué estoy acá', relata Moreno Ochoa.
Sobre el episodio con su hermano no habla más. 'Ya la muerte y la injusticia me tienen obstinado', sentencia.
'En defensa de la paz'
Esa tarde del primero de septiembre de 2016 en la capital del vecino país, el presidente Nicolás Maduro anunció durante una concentración oficialista ‘en defensa de la paz’, y que fue transmitida por cadena nacional de radio y televisión, los resultados de un operativo policial adelantado contra 'un campamento de paramilitares colombianos'.
'Hemos estado con la Operación de Liberación del Pueblo, OLP, capturando mercenarios. En la zona norte de Caracas, barrio El Manicomio, capturamos un campamento de paramilitares colombianos con 92 personas a 500 metros del Palacio de Miraflores', detalló el mandatario venezolano en ese entonces.
Desde ese momento han transcurrido 453 días, un año y tres meses, en los que el grupo, que de 91 se redujo a 59 colombianos (54 de ellos costeños), ha permanecido detenido en Caracas en un ‘resguardo’ de la Policía Nacional Bolivariana.
'Ha sido un año de lucha diaria para demostrar la inocencia del grupo. Ellos siguen abandonados a su buena suerte en ese lugar', explica Sergio Aranguren, abogado que ejerce la defensa del colectivo.
‘Una luz’
Luego de demostrar que el grupo de los connacionales se encontraba privado de la libertad de 'manera injusta', un juzgado de Caracas ordenó el pasado martes la libertad de los colombianos, como una ‘luz de esperanza’, según Aranguren, ante el trabajo que el equipo de abogados ha realizado todo este tiempo.
Mediante sentencia 1725-17, el juzgado 27 de primera instancia de control, a cargo de la jurista Zulay Salazar González, otorgó la ‘libertad plena’.
Sin embargo, tal sentencia no fue acatada por las autoridades venezolanas.
'Estas personas siguen detenidas sin haber una orden judicial. Ya los defendidos nos dieron potestad para acusar penalmente por delitos de lesa humanidad y desacato a los funcionarios actuantes que están obstruyendo la justicia en Venezuela', anuncia el jurista.
Un llamado
A través de un comunicado, la organización Amnistía Internacional con oficina en Venezuela 'exige' que se aclare el caso de los 59 colombianos. Marcos Gómez, director del organismo en Caracas, señala que 'las autoridades colombianas deben velar por el bienestar de sus nacionales fuera de su territorio y exigir que se esclarezca esta situación que nunca debió ocurrir'.
'El Ejecutivo de ningún país puede pasar por encima del sistema de justicia y acusar a un grupo de personas por el simple hecho de ser extranjeras, de estar cometiendo un delito o de estar por cometerlo', dice la misiva.
'Esa acusación de que son unos paramilitares es falsa'
En una humilde vivienda del barrio Siete de Abril, Edith Barrios, madre del barranquillero detenido Emerson González, pasa los días sentada frente a su máquina de coser, trabajando para poder enviarle dinero a su hijo.
'Con lo que hago acá me sirve para mandarle y que con eso pueda lograr sobrevivir en donde lo tienen'.
Barrios recuerda que su hijo se fue a Caracas hace 11 años 'para buscar una mejora' en la calidad de vida.
'Allá (en Caracas) trabaja como carnicero. Siempre les enseñé a mis hijos a ganarse la vida de manera honrada. Esa acusación de que es paramilitar es falsa. Estoy casi segura de que mi hijo no ha agarrado un arma en su vida', narra la mujer.
Asegura que el pasado martes se enteró del fallo que le otorgaba la libertad a su hijo. 'Pero eso de nada sirve si no lo acatan'.
'Yo siento que esos muchachos allá los están engañando. Pido que las autoridades tengan conciencia, y que si en realidad le van a dar la libertad, entonces que se las den. Ellos son personas trabajadoras.
Todo lo han perdido estando en prisión', asevera Barrios, y dice que en estos momentos una de las hijas de Emerson esta delicada de salud. 'Mi nieta espera ver a su papá está Navidad. Siempre que hablo con ella me dice por qué Dios se demora tanto y no sé qué decirle'.