Bajo las colinas del más grande cementerio judío de Jerusalén, unos obreros cavan para crear una necrópolis subterránea que paliará la falta de espacio sin saltarse los ritos ancestrales.
La falta de sitio para enterrar a los muertos y las exigencias de la ley judía condujeron a empresarios de pompas fúnebres y a un especialista del sector de la construcción a aliarse para formar un nuevo complejo subterráneo.
Una vez terminado, el cementerio subterráneo contendrá miles de tumbas en una cavidad equipada con alumbrado, ascensores y sistemas de ventilación sofisticados, por un coste de alrededor de 200 millones de séqueles (48 millones de euros).
Los responsables de las obras lo describen como único en su género.
Por el momento, las máquinas excavan la roca bajo las pendientes del cementerio Har Hamenuhot (el Monte del Descanso), en el oeste de Jerusalén.
El judaísmo tradicional ordena que se entierre a los difuntos bajo tierra y prohíbe desplazarlos.
La falta de espacio obliga a las compañías funerarias (o Hevra Kadisha) a encontrar nuevas soluciones. Durante los últimos años se construyeron muros para yuxtaponer a los difuntos.
La situación en Jerusalén es crítica porque desde siempre los judíos del mundo entero quieren ser enterrados en esta ciudad donde, según la tradición judía, comenzará la resurrección de los muertos al final de los tiempos.
'Resolver el problema'
'Ya no somos capaces de atender la demanda', asegura Yehuda Bashari, de la Hevra Kadisha Kehilat Jerusalén, que administra alrededor del 60% de las parcelas funerarias judías de la ciudad. 'De ahí vino la idea del cementerio subterráneo'.
Esta empresa de pompas fúnebres llevaba tiempo queriendo realizar el proyecto y el jefe de una de las empresas de construcción de túneles estaba harto de ver cómo el cementerio de Har Hamenuhot se iba extendiendo.
'Cada mañana, cuando venía (a Jerusalén), veía este cementerio', cuenta Arik Glazer, director general de Rolzur Tunneling. 'No era algo agradable'. Entonces oyó hablar de un ensayo escrito por el Instituto Tecnológico de Israel sobre los cementerios subterráneos y 'propuso los medios para resolver el problema'.
Las obras comenzaron en 2014. Dos entradas al pie de la colina dan a una serie de salas conectadas entre ellas.
En las salas, de una altura de decenas de metros, las tumbas se superpondrán en muros prefabricados con material sintético de aspecto mineral, a los que los visitantes podrán acceder a través de pasillos y ascensores.
Los restos mortales acabarán en cavidades abiertas en estos muros prefabricados. Los diseñadores se las arreglaron para instalar una red de aperturas en estos alveolos para que los cuerpos permanezcan en contacto con la tierra con el objetivo de respetar las prescripciones judías.
En el centro de las salas habrá tumbas cavadas en la tierra y otras directamente en la roca.
Tres hectáreas
Todas estas formas de enterramiento son conformes con el judaísmo ortodoxo, asegura Bashari.
La inmensa cavidad debe acoger los primeros restos mortales durante el primer semestre de 2019. Podrá contener entre 22.000 y 24.000.
'Hacemos que tres hectáreas de terreno queden disponibles para los vivos en vez de para los muertos', asegura Yehuda Bashari.
La compañía de pompas fúnebres financia la totalidad del proyecto, sin contribución del gobierno.
Las empresas de pompas fúnebres disponen de muchos medios económicos. El Estado les paga el entierro de los habitantes de Jerusalén y los no residentes están dispuestos a abonar sumas importantes para ser sepultados en esta ciudad.
El rabino Hillel Horowitz, director general del consejo de los cementerios de Jerusalén, está satisfecho con la iniciativa.
'Necesitamos todas las soluciones que respeten la ley judía y respondan a las necesidades de Israel para enterrar a sus muertos', declaró.
El rabino Seth Farber, cuya organización ITIM da asesoramiento y asistencia para el respeto de la ley judía, reconoce que los familiares de los difuntos se sorprenden a veces con las nuevas maneras de dar sepultura.
'No se ha educado lo suficiente a la gente', afirma. 'Es más importante ocuparse de las necesidades de las generaciones venideras que de las de los muertos desde un punto de vista metafísico'.
Con el tiempo lo razonable sería sacar los cementerios fuera de las ciudades, hacia zonas poco pobladas, destaca.