Los venezolanos votan este domingo para elegir alcaldes en un proceso marcado por el escepticismo que avizora un nuevo triunfo para Nicolás Maduro antes de los comicios presidenciales de 2018, en los que el mandatario planea optar a la reelección.
Con la crisis económica golpeando cada vez más fuerte, las filas de votantes son tímidas a primera hora en los principales municipios de Caracas, corroboró la AFP en un recorrido por la capital.
En la jornada serán escogidos 335 alcaldes para un período de cuatro años entre 1.568 candidatos.
Unos 14.000 centros de votación comenzaron a activarse a partir de las 06H00 locales (10H00 GMT). El '98,4% de las mesas' están operativas, expresó unas tres horas después Tania D'Amelio, directiva del Poder Electoral.
El oficialismo gobierna actualmente 242 municipios y la oposición 76. Los demás son administrados por disidentes del gobierno o independientes.
Rostro del desánimo, Víctor Torres, conductor en la ciudad de Maracaibo (noroeste), cree que votando no resuelve su mayor dolor de cabeza: la hiperinflación, con precios escalando 2.000% este año, según analistas.
'El otro día fui a comprar un plátano: en la mañana costaba 1.900 bolívares y en la tarde 3.000. Es imposible vivir así. Estoy decepcionado de los políticos', dijo Torres a la AFP. Aun si quisiera votar, no puede pagar el transporte por la escasez de efectivo.
Tras un aumento de 30% hace un mes, el ingreso mínimo apenas alcanza para tres kilos de carne, en medio de una aguda escasez de alimentos, medicinas e insumos en el país con las mayores reservas petroleras.
- Vía libre -
Maduro tiene el camino despejado luego de que los tres partidos que dominan la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) rechazaran participar en los comicios.
Las agrupaciones de Henrique Capriles, Leopoldo López -en arresto domiciliario- y Henry Ramos Allup se marginaron tras denunciar irregularidades en las elecciones para gobernadores del 15 de octubre, en las que el chavismo ganó en 18 de 23 estados.
Pero otros movimientos y dirigentes compiten por cuenta propia, agravando las fracturas en una oposición que en los pasados comicios movilizó a dos millones de personas menos que en 2015, cuando arrasó en los legislativos.