El presidente estadounidense Donald Trump enfrentaba este miércoles el impacto de la bofetada electoral en Alabama, donde el sorpresivo triunfo de un demócrata al Senado reducía el margen de maniobra oficialista en el Congreso y aumentaba la posibilidad de una desbandada de legisladores republicanos.
Roy Moore, un exjuez ultraconservador, acusado durante la campaña electoral de abuso sexual a adolescentes en los años 1970, era el candidato de Trump para ocupar la banca que dejó libre el fiscal general Jeff Sessions en el sureño y conservador bastión republicano.
Pero en una ajustada votación que movilizó a la comunidad negra y llenó de esperanza al partido Demócrata, le ganó el defensor de los derechos civiles Doug Jones, con lo cual la mayoría oficialista en la Cámara Alta se reduce al mínimo (51 de los 100 escaños), dificultando la ya complicada concreción de la agenda del presidente.
Trump, que el martes por la noche saludó a Jones con un magnánimo 'una victoria es una victoria', buscó el miércoles distanciarse de la derrota, recordando que inicialmente apoyó al rival de Moore en las primarias republicanas, Luther Strange.
'La razón por la que respaldé a Luther Strange es porque dije que Roy Moore no sería capaz de ganar las elecciones. ¡Tenía razón!', escribió en Twitter.
Pero lo cierto es que Trump ignoró el consejo de los líderes partidarios al apoyar a Moore, quien, como él, contaba con el respaldo de votantes evangélicos y blancos.
Moore no sólo recibió arengas de Trump a votarlo, sino también asesoría del ultraderechista ex estratega jefe del presidente, Steve Bannon, que agregó al discurso del postulante republicano sus usuales apuntes cargados de connotaciones raciales y sus ataques a la prensa y las élites.
El terremoto político en Alabama hizo titulares: hacía un cuarto de siglo que los demócratas no ganaban un escaño en el Senado en ese estado marcado por las tensiones raciales, donde el año pasado Trump le ganó por 28 puntos a su rival Hillary Clinton.