Los 'blocos' de carnaval arrastran multitudes en Río de Janeiro desde varios días antes de los desfiles del sambódromo y mueven millones de reales, pero esas irreverentes comparsas a duras penas consiguen recursos para mantener viva la fiesta.
Este año, 473 blocos inscritos, con sus camiones de sonido y sus orquestas, animan la vida de la ciudad. Sus participantes tienen todos los oficios y todas las edades, cariocas o turistas brasileños o extranjeros, en su gran mayoría disfrazados.
Los cortejos, que ocupan calles enteras, son gratuitos y quien quiera sumarse a ellos no tiene más que entrar en la procesión, donde se baila, se canta y se bebe cerveza en abundancia.
La mayoría de los blocos 'empezó como un encuentro de amigos. En nuestro caso, éramos quince músicos aficionados que creamos una banda', cuenta Tiago Rodrigues, de la Orquesta Voadora (Orquesta Voladora), creada en 2009, que actualmente moviliza a unas 100.000 personas.
Otro bloco, Quzomba, fue creado en 2011 por cinco amigos, con la intención de ser un taller de percusión.
'La idea era hacer un bloco con nuestros ritmos. Así conseguíamos ayudar financieramente a los integrantes. Ya hemos tenido unos 2.000 alumnos', calcula su director general, André Schmidt.
'A partir de las nuevas propuestas de algunos blocos y de sus talleres, en los últimos quince años se produjo un boom del carnaval callejero carioca', explica el productor cultural Rodrigo Rezende.
El precio del éxito
Pero el éxito aumentó los gastos y los organizadores tienen que recurrir a alternativas como el crowfunding, la financiación colectiva a través de internet. De ese modo consiguen donaciones para armar la logística, montar los equipos de sonido o garantizar la seguridad de los músicos.
Los blocos se financian principalmente con sus shows a lo largo del año, con cursos de percusión y con el eventual patrocinio de empresas privadas. El trabajo de los músicos es voluntario. El desfile de Orquesta Voadora este año costará unos 70.000 reales (22.000 dólares). 'El año pasado conseguimos por primera vez no poner dinero de nuestro bolsillo', resalta Tiago.
Eso se debe a que Orquesta Voadora consiguió un patrocinio privado, que cubre la mitad de sus gastos.
La burocracia complica las cosas. 'Río tiene un formato de carnaval que dificulta nuestra captación de dinero, porque la alcaldía 'vende' calles para obtener recursos' y los inspectores velan para que ninguna otra empresa haga publicidad allí, señala el productor cultural Rodrigo Rezende.
Ni siquiera los vendedores ambulantes tienen derecho a vender productos de otras marcas.
Así, la mayoría de los blocos no consigue patrocinador.
Igor Conde, productor del taller de producción de Terreirada Cearense, un bloco que atrae a unos 12.000 participantes, tuvo que pedir un préstamo de 13.000 reales para cubrir las pérdidas dejadas por la fiesta del año pasado.
'Pero vale la pena, porque es un trabajo (...) de valoración de la cultura popular, de apoyo mutuo', asegura.
'Algunos organizadores dividen espacios para reducir los costos de estructuras, o se unen para comprar paquetes de camisetas y de tatuajes temporales', cuenta Cris Couri, presidenta de Coreto, una asociación de veinte blocos.
Recaudación millonaria
Según la empresa de turismo del municipio de Río, Riotur, unas 6,5 millones de personas participarán en el carnaval de 2018, entre ellas 1,5 millones de turistas, que gastarán 3.500 millones de reales (unos 1.100 millones de dólares).
Con la venta de espacios publicitarios, la alcaldía recaudó este año 38,5 millones de reales para el carnaval en su conjunto (desfiles de escolas de samba, blocos, etc.) y desembolsó 16 millones para la logística (instalaciones sanitarias, vigilancia, limpieza).
Pero la ley impide la distribución directa de dinero a los blocos, explica el director de comunicación de Riotur, Rodrigo Paiva.
En la búsqueda de soluciones, los patrocinadores oficiales se comprometieron a aportar dos millones de reales para los blocos, aunque aún no se decidió cómo se distribuirá el dinero.
El mayor bloco de la ciudad, Cordao da Bola Preta, debe llevar el próximo sábado a 1,5 millones de personas a su tradicional congregación en el centro de Río.
El costo del desfile se estima en unos 250.000 reales. Pero ese grupo formado hace cien años por un puñado de bohemios también enfrenta dificultades, aunque cuente con apoyo logístico de la alcaldía y del Estado de Río e incluso con patrocinadores.
'Antes, Bola Preta tenía miembros que pagaban una mensualidad y no había gastos como el de tener que poner cinco camiones de sonido y más de cien vigilantes', explica el presidente de la comparsa, Pedro Ernesto Marinho.
'Organizamos actividades que nos permiten costear la sede y pagar a los empleados, pero no queda nada para financiar el carnaval. Sin patrocinadores, estamos de manos y pies atados', lamenta.