El presidente estadounidense, Donald Trump, hizo el jueves de 'consolador en jefe' ante una nación acongojada por el último tiroteo masivo en un centro escolar, con un discurso que pretendió llevar alivio y alejar el debate de la tensa cuestión del control de armas.
Después de un día y una noche de intensos debates en la Casa Blanca, el mandatario entró a la sala de recepción diplomática y habló a un país en luto.
'Estamos aquí para ustedes, para lo que sea que necesiten, lo que sea que podamos hacer, para aliviar su dolor', dijo Trump, dirigiéndose a las familias destrozadas por un tiroteo que dejó 17 muertos.
El presidente había accedido a dar el discurso a regañadientes, ante la insistencia de sus asesores.
La mañana después del tiroteo emitió una proclamación simbólica y ordenó que las banderas se enarbolen a media asta en edificios gubernamentales, instalaciones militares y embajadas de Estados Unidos en el extranjero.
Pero el miércoles, tras la difusión del balance de muertos, la ausencia de Trump había sido evidente.
Casi al mismo tiempo que las autoridades confirmaron el número de víctimas, a primera hora de la tarde, la Casa Blanca anunció que el presidente no volvería a comparecer públicamente ese día.
En una escena inusual, los periodistas que trabajaban en la sala de reuniones de la Casa Blanca, normalmente abarrotada, se fueron a tiempo para las citas de San Valentín que habían dado por perdidas.