Sobrevivir a un terremoto de magnitud 7,2 en el sur de México para morir poco después al desplomarse un helicóptero oficial, que evaluaba los daños tras el sismo, fue el trágico destino de 14 personas que fueron 'despedazadas' por las hélices de la aeronave en Santiago Jamiltepec.
Aunque la tragedia ocurrió el viernes, muchos de los 20.000 habitantes de este poblado ubicado entre las montañas tropicales del estado de Oaxaca, cerca de la costa Pacífico, siguen estupefactos o se persignan con la cabeza gacha cuando pasan junto a los despojos del helicóptero Black Hawk que aún yacen en una gran explanada de tierra.
'Cada vez que uno quiere ir a su casa tiene que pasar por aquí y ver esto. Nunca lo vamos a poder olvidar. Fue espantoso', dice a la AFP Concepción Ramírez, una ama de casa de 54 años.
Las manchas de sangre siguen visibles en la escena acordonada por militares y muchas pertenencias de las víctimas, como cobijas, ropa, juguetes y sillas, están esparcidas entre los restos de la aeronave. Incluso grandes pedazos de hélices llegaron hasta el garaje de una casa aledaña.
Este polvoriento pero despejado terreno, ubicado a pocos metros de las viviendas, fue el lugar al que numerosos pobladores se dirigieron durante las fuertes sacudidas del terremoto del viernes, que tuvo como epicentro al sudeste de la vecina población de Pinotepa. El movimiento telúrico cimbró hasta la Ciudad de México y revivió el trauma de terremotos anteriores.
Cientos de réplicas se han sucedido desde entonces, por lo que muchas familias con niños y ancianos improvisaron un campamento en la explanada para pasar aquella noche, temiendo que su casa se viniera abajo.