Sus partidarios de la primera hora salieron golpeando la puerta o fueron despedidos. Su familia, con su yerno Jared Kushner a la cabeza, está debilitada. Trece meses después de asumir el poder, Donald Trump aparece más solo y aislado que nunca.
La última renuncia en su entorno hasta la fecha, de Hope Hicks, fiel entre las fieles, que supo encontrar un modo de comunicación y de trabajo con este presidente atípico e impulsivo, marca un giro.
Este alejamiento cae en un mal momento, cuando la investigación del fiscal especial Robert Mueller se hace cada vez más amenazante y refuerza la imagen de una ‘West Wing’ donde prima la improvisación y cuyos protagonistas, nunca a salvo del humor presidencial, están con la daga entre los dientes.
La lista de quienes estaban en los primeros rangos, con la mano derecha levantada, y ya no están, da vértigo: Steve Bannon (asesor estratégico), Reince Priebus (jefe de gabinete), Omarosa Manigault (consejera de relaciones públicas), Sean Spicer (portavoz), Michael Flynn (asesor de Seguridad Nacional), Rob Porter (consejero) y Katie Walsh (secretaria general adjunta).
Y si bien Jared Kushner, marido de Ivanka Trump, hija mayor del presidente, todavía está presente, su futuro político es más que incierto.