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El joven iraquí que causó decenas de heridos en el metro de Londres con una bomba que no llegó a estallar completamente fue condenado este viernes a cadena perpetua revisable a los 34 años.

El 15 de septiembre de 2017, Ahmed Hasan Mohamed Ali, de 18 años, colocó una bomba de fabricación casera en un vagón de metro, en hora punta matinal, que llegó a dar un fogonazo, quemando a una treintena de pasajeros y provocando una estampida en la que otras personas resultaron heridas.

Ahmed Hasan Mohamed Ali, que vivía en Surrey, en el suroeste de Londres, y estudiaba periodismo en la universidad de Brooklands, estaba acusado de intento de asesinato y uso de un explosivo capaz de poner en peligro la vida de los demás, unos hechos por los que se declaró 'no culpable'.

El muchacho dijo que sólo pretendía vivir un momento como los de las películas, sin embargo, el juez que lo condenó dijo no tener dudas sobre sus intenciones: 'su intención aquella mañana era matar' y 'provocar la mayor matanza y carnicería como fuera posible'.

El muchacho construyó la bomba con 400 gramos del explosivo conocido como 'madre de Satán', popular entre los yihadistas, y 2,2 kg de metralla, aprovechando que la pareja británica que lo albergaba estaba de vacaciones.

En una entrevista con los servicios de inmigración británicos, el joven dijo haber sido 'reclutado durante tres meses' y 'entrenado para matar' por el grupo Estado Islámico, que reivindicó el atentado.

Durante el juicio, los testigos explicaron que el autor del atentado decía odiar al Reino Unido por la muerte de sus padres en la guerra en Irak.