La sargento Yuleima Medina permanece aislada en una celda. Forma parte de una treintena de militares detenidos este año por supuestamente conspirar contra el presidente Nicolás Maduro, lo que agita las aguas en la Fuerza Armada venezolana.
Medina y otros ocho miembros del Ejército -incluidos seis tenientes coroneles- fueron apresados el 2 de marzo en distintas regiones acusados de 'traición a la patria'.
Declaraba ante la inteligencia militar en el estado Táchira cuando fue notificada del arresto. Fue trasladada a Caracas y su familia, que asegura que padece epilepsia, no ha podido verla.
Según la Organización de Justicia Venezolana, 92 militares han sido aprehendidos desde 2003.
Con 34 casos, '2018 es el año con más detenciones', dijo a AFP Lilia Camejo, directora de la ONG de derechos humanos.
La captura más sonada ocurrió el 13 de marzo, cuando agentes de inteligencia arrestaron al general en retiro del Ejército Miguel Rodríguez Torres, exhombre fuerte del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) y del mismo Maduro.
Según el gobierno, el exministro de Interior y crítico de Maduro 'participaba en conjuras y complots' para fracturar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Analistas consideran que Maduro –confrontado a una severa crisis económica– mantiene el poder gracias a un vasto control institucional en el que priman los militares, que, activos o en retiro, ocupan 14 de 32 ministerios.
Habitualmente la cúpula castrense le reitera 'lealtad incondicional'.
El día que Medina fue detenida, Maduro degradó y expulsó de la FANB a 24 oficiales, la mayoría presos o exiliados, acusándolos de planear un golpe de Estado.
Uno de ellos fue el encarcelado general en retiro Raúl Baduel, exministro de Defensa de Chávez.
Para el capitán retirado y exsenador Carlos Guyón, esta situación evidencia fracturas entre generales y mandos medios y 'temor a lo que pueda suceder en los cuarteles' por el descontento que genera la crisis.