El plazo para que Lula se entregue a la justicia expiró este viernes, sin que el exmandatario brasileño, condenado a más de 12 años de cárcel por corrupción, diera la más mínima señal de cuáles son sus intenciones.
Poco antes, un juez de tercera instancia denegó el pedido presentado por la defensa de Luiz Inácio Lula da Silva para suspender la orden de prisión emitida el jueves por el juez Sergio Moro, que le dejaba 24 horas para ir voluntariamente a Curitiba, donde tiene una celda preparada.
El exmandatario de izquierda, favorito de cara a las elecciones de octubre, se halla desde la víspera en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campos, en la región de Sao Paulo, rodeado por sus seguidores.
Según sus allegados, debe expresarse ante unos miles de simpatizantes reunidos frente al sindicato, muchos de ellos congregados desde el jueves en una vigilia.
Los seguidores de Lula en Sao Bernardo, y sus adversarios frente a la Policía Federal de Curitiba, hicieron una cuenta regresiva antes de las 17H00.
Cuando dio esa hora, los primeros estallaron en gritos de '¡Resistencia!' y '¡Lula libre!', mientras que los segundos clamaban '¡Forajido!'.
'Lula es un símbolo muy importante de la izquierda. Yo estoy totalmente en contra de esa visión del mundo', afirmó Igor Merchert, un empresario autónomo de 27 años en la capital del estado de Paraná.
Un comisario de la PF en Curitiba, Igor Romario de Paula, afirmó que Lula podría entregarse en cualquier otro lugar, para ser trasladado desde allí a la ciudad meridional.
Frente a la sede sindical de Sao Bernardo, la determinación dominaba.
'Estaremos aquí el tiempo que haga falta. Hay gente decidida a todo. El presidente no debe entregarse, porque uno se entrega cuando hizo algo errado y él no es culpable', dijo Luciano Oliveira, de 24 años.
'Estamos aquí para resistir hasta el fin. Lula no será encarcelado y volverá a ser presidente para ayudar al pueblo', afirmó Renata Swiecik, una cajera desempleada de 31 años y madre de cuatro hijos.
'Si querían a Lula en Curitiba, espérenlo sentados, porque Lula no se entregará', arengó por su lado a la multitud el dirigente del PT Paulo Pimenta.
Lula, de 72 años, fue condenado a doce años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, como propietario de un apartamento ofrecido por una constructora para obtener contratos en Petrobras.
El expresidente ya estuvo 31 días detenido en 1980, cuando dirigía las grandes huelgas obreras contra la dictadura militar (1964-1985).
Otros manifestantes se mostraban más prudentes.
'Lula tendrá que resistir, pero en algún momento tendrá que entregarse. Los militantes aceptaremos cualquier decisión que él tome', afirmó Michelle Baza, una farmacéutica de 37 años, militante del PT.