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El príncipe Enrique de Inglaterra y Meghan Markle emprendieron este domingo su nueva vida tras una aclamada boda que combinó fasto, tradición y mestizaje en Windsor. Sin embargo, tendrán que esperar para irse de luna de miel debido a sus obligaciones reales.

Los nuevos duque y duquesa de Sussex tendrán el martes su primer compromiso oficial uniéndose al príncipe Carlos en los jardines del Palacio de Buckingham para un evento dedicado a obras de caridad.

El príncipe y la exactriz estadounidense se dieron el sí quiero el sábado en la iglesia de San Jorge del castillo de Windsor, durante una ceremonia que combinó el esplendor de la monarquía británica con aportes de la cultura afroamericana, lo cual fue celebrado por la prensa como un 'triunfo'.

Entre los momentos fuertes: el apasionado sermón del reverendo afroamericano Michael Curry, la canción 'Stand by me' interpretada por un coro góspel, o las palabras 'Estás impresionante' que le dedicó Enrique a su prometida en la iglesia.

Meghan, una joven divorciada de 36 años, se ha convertido en el primer miembro de la familia real británica con un padre blanco y una madre negra, al unirse con el hijo menor de la princesa Diana, de 33 años.

La pareja fue aclamada por más de 100.000 personas, muchos de ellos turistas extranjeros, que se desplazaron hasta Windsor, ciudad ubicada a unos treinta kilómetros al oeste de Londres.

'Gracias a todos los que vinieron a Windsor y a los que siguieron (la boda)', tuiteó la cuenta oficial de la familia real acompañado de unas fotos de la jubilosa multitud.

Por la noche, Enrique y Meghan se encontraron con 200 amigos y familiares para una recepción organizada por el príncipe Carlos en la mansión de Frogmore House, cerca del castillo.

Enrique llevó a su flamante esposa en un Jaguar E-Type descapotable cuya matrícula es E190518, la fecha de la boda. Meghan, con un vestido de crepé de seda de Stella McCartney, dio un discurso, desmarcándose una vez más de la tradición.

'Es una mujer fuerte. Sabe lo que quiere', declaró a la prensa la diseñadora de su vestido de novia, la británica Clare Waight Keller, directora artística de Givenchy.

Varios famosos asistieron a la boda, incluidos George Clooney y Serena Williams, que estuvieron presentes en la fiesta, acompañada de fuegos artificiales que iluminaron Windsor.