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Los seguidores de Ortega entraron con violencia en la Basílica de San Sebastián, cuando obispos y sacerdotes llegaban a apoyar a una decena de personas que se habían refugiado el domingo, en medio de un enfrentamiento entre fuerzas del gobierno y manifestantes que tenían barricadas en las calles.

'Asesinos', 'mentirosos', 'hijos de puta', gritaron los partidarios del gobierno cuando llegó a Diriamba la comitiva de religiosos, encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio Stanislaw Waldemar Sommertag, constató un equipo de la AFP.

Los jeracas católicos, que se trasladaron en caravana desde Managua, fueron rodeados por seguidores del gobierno en la entrada del templo, en cuyos alrededores había decenas de hombres encapuchados vestidos de civil y policías.

Decenas entraron con los religiosos insultándolos. En un rincón, cerca del altar, estaban las personas que se habían refugiado, la mayoría tenía el rostro cubierto con una camisa o chaqueta.

'Quedamos atrapados por la balacera el domingo. Tenemos mucho miedo por nuestras vidas', dijo a la AFP un hombre de 40 años, quien dijo trabajar en el puesto médico de la Iglesia. Estaba vestido con una gabacha color violeta.

Minutos después entró un grupo de encapuchados -al menos tres con pistola o lanzamorteros-, forcejearon con los sacerdotes, algunos de los refugiados y se agudizó el caos. Varios periodistas nacionales y extranjeros que cubrían la visita también fueron agredidos y algunos les robaron su equipo, incluso a reporteros de la AFP.

'Lo que está sufriendo nuestro pueblo' es mucho 'más grave', declaró el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, al denunciar que fue herido en el brazo y golpeado en el estómago cuando una 'turba enardecida' entró a la Basílica.

- 'No respetan ni a los obispos' -

Tras los disturbios, Báez informó que las personas que estaban en la Basílica fueron 'liberadas'. Uno de ellos informó por teléfono a la AFP que se hallaban ya en Managua poniendo denuncias ante grupos de derechos humanos.

'Hemos sentido esa acción dura, fuerte, brutal contra nuestros sacerdotes, nunca habíamos visto en Nicaragua situaciones así, verdaderamente es triste', dijo el cardenal, en misa al retornar a Managua.