El salvadoreño Óscar Arnulfo Romero era un arzobispo conservador y cercano al poder, pero todo cambió con el homicidio de un sacerdote amigo. A partir de allí embanderó la lucha por los pobres. A 38 años de su asesinato, será canonizado este domingo en El Vaticano
Monseñor Óscar Arnulfo Romero era un arzobispo tradicional, conservador y cercano al poder antes de transformarse en el más encendido defensor de los marginados, con una contundente oratoria que denunció la injusticia social y desconcertó a la ultraderecha de El Salvador.
Defensor de una Iglesia con 'opción preferencial por los pobres', fue declarado beato el 23 de mayo de 2015. Pero sus compatriotas lo consideraban santo desde mucho antes, y el Vaticano lo proclamará como tal el 14 de octubre.
'Lo conocí muy bien, era un hombre tímido, introvertido, pero eso no significa que no tenía personalidad, sabía tomar decisiones', declaró a la AFP el obispo emérito de Santiago de María, Orlando Cabrera, de 80 años, quien convivió con Romero desde 1965.