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Por primera vez en 83 años, miles de mexicanos recorren y disfrutan los espléndidos ambientes de Los Pinos, la que fuera hasta el viernes la residencia presidencial, pero que el flamante mandatario izquierdista Andrés Manuel López Obrador decidió no ocupar y convertir en un espacio público.

Entre asombro y desconcierto, los primeros visitantes caminan entre sus primorosos jardines, poblados de los árboles que le dan nombre, y tras los cuales se develan las lujosas mansiones que componen el conjunto.

La ruta empedrada, llamada Calzada de los Presidentes por estar flanqueada por solemnes estatuas de los exmandatarios que allí residieron, sugiere el carácter que ha tenido en la historia del país.

Tras recorrer la casa Miguel Alemán, nombrada así por el presidente que la mandó edificar y que deslumbra por su amplio salón de recepción y una majestuosa escalinata interior, Alejandra Barreto, de 50 años, luce impresionada.

'Es bastante ostentoso, nunca me imaginé que hubiese un lugar así', dice Barreto sobre el inmueble que hasta hace pocas semanas habitaba la familia del expresidente Enrique Peña Nieto.

'Los espacios francamente son enormes y ¿para que viva una sola familia?', cuestiona esta comerciante del central estado de Puebla, de visita en la capital.

El recorrido muestra primero espacios de trabajo como la oficina presidencial, utilizada por Peña Nieto y sus antecesores, Felipe Calderón y Vicente Fox.

Ya en el segundo nivel está la recámara presidencial, que incluye un dormitorio y un vestidor, de unos 30 a 40 metros cuadrados cada uno. También una amplísima sala de televisión.