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'Escapó de milagro'. Una polémica se desató el viernes en Reino Unido después de que el duque de Edimburgo, el impetuoso esposo de la reina de Inglaterra, gran aficionado a los coches, tuviera un accidente al volante a sus 97 años.

El príncipe Felipe 'no resultó herido', afirmó el Palacio de Buckingham en un comunicado. Sin embargo, testigos dijeron a la BBC que cuando lo ayudaron a salir del vehículo estaba 'muy conmocionado y agitado'.

En el asiento trasero de un segundo vehículo implicado en el accidente había un bebé de nueve meses que también salió ileso, precisó la policía en un comunicado el viernes.

El accidente ocurrió la víspera por la tarde cerca del dominio real de Sandringham, en la costa este de Inglaterra, donde la pareja real pasa buena parte del invierno.

Las imágenes publicadas por los medios británicos mostraron su Land Rover de color negro tumbado sobre el costado, en una cuneta junto a una zona boscosa, con el parabrisas completamente despedazado.

Dos mujeres que viajaban en el otro vehículo, un Kia oscuro, sufrieron heridas leves, informaron las autoridades, pero nadie explicó cómo había ocurrido exactamente el accidente ni quién lo provocó.

El duque de Edimburgo se desplazó viernes por la noche al hospital para una 'consulta de precaución', y se reafirmó que no sufría 'ninguna herida preocupante'.