Como el principio del fin del chavismo en Venezuela fue observada por varios internacionalistas la ola de respaldos esta semana de distintos gobiernos norteamericanos, europeos y latinoamericanos, incluyendo Colombia, al presidente de la Asamblea del país vecino, Juan Guaidó, como líder de un proceso de transición en Caracas. Apoyos estos que son, al mismo tiempo, por supuesto, rechazos al considerado fraudulento gobierno de Nicolás Maduro.
De la convulsa situación en el vecino país, creen los expertos en derecho y relaciones internacionales, no saldría invicta Colombia, aunque la transición fuese pacífica –que en todo caso sería por todos lo deseable–, sobre todo en materia de lo que ocurriría con la migración del más de un millón de ciudadanos venezolanos en territorio nacional, los vínculos comerciales y las relaciones bilaterales y diplomáticas.
Lo que ha ocurrido hasta ahora que es que tan pronto Guaidó se juramentó como presidente interino el pasado miércoles, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lo reconoció, y lo propio hicieron una docena de otros países americanos como Brasil, Argentina, Perú, Canadá, Chile, Guatemala, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Panamá, Paraguay y Colombia. Y también se sumó, desde la otra orilla, Gran Bretaña.
Al respecto, el presidente Iván Duque puso de presente: 'Colombia reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela y acompaña este proceso de transición hacia la democracia para que el pueblo venezolano se libere de la dictadura'.
El jueves pasado, no obstante, solo 16 de los 34 países que integran la OEA, apoyaron el reconocimiento de Guaidó como mandatario interino. Y México pidió que se aclarara 'el estatus jurídico derivado de la designación del presidente interino'.
Entre tanto, China, principal acreedor de Venezuela, con unos USD$20 mil millones en deuda, calificó el hecho como una 'injerencia externa'. Y Rusia, segundo acreedor de Caracas, lo respalda militarmente. También respaldan el gobierno de Maduro países como Turquía, Cuba, Bolivia, Uruguay, Irán y Corea del Norte.
En medio de todo esto, los disturbios en el vecino país, por las atiborradas manifestaciones contra el Ejecutivo, han dejado una treintena de muertos y más de 300 detenidos, según grupos humanitarios. Pero Maduro sigue contando con el apoyo de la cúpula militar, sobre todo el de los ocho generales que comandan regiones estratégicas del país.
La respuesta de Caracas ha sido el anuncio de la ruptura de las relaciones con EEUU, –que compra a Venezuela un tercio de su menguada producción de 1,4 millones de barriles de petróleo diarios– y la expulsión de sus diplomáticos, pero Washington le ha replicado que Maduro no tiene autoridad para ninguna de estas medidas.
Así las cosas, mientras tambalea el nuevo gobierno chavista, posesionado el pasado 10 de enero, según la ONU 2,3 millones de ciudadanos venezolanos han abandonado el país desde 2015, a raíz de la escasez de alimentos y medicinas, y de una inflación que, según el FMI, será de 10.000.000% este año.
El desconocimiento a Maduro
Para el escritor y filósofo Enrique Serrano, con las manifestaciones de gran parte de la comunidad internacional lo que se está es reconociendo 'una transición que el gobierno de Maduro no reconoce', y el papel de Colombia en todo esto, afirma, 'ha sido muy enérgico e incluso ha liderado el grupo que promueve esta transición'.
Advierte no obstante que al tomar esta decisión por parte de Bogotá, 'ya no hay reverso: se abre un campo nuevo de relaciones binacionales, porque están en un limbo político, jurídico y diplomático, pero Colombia no se puede echar para atrás, y esto contribuye al aislamiento implacable de Caracas'.
Explica por su parte el internacionalista de la Universidad Nacional, Antonio José Rengifo, que el reconocimiento de un nuevo gobierno en un Estado 'es un acto discrecional de otros Estados, más político que jurídico, es decir, no está regulado por el derecho internacional'.
En este caso, agrega, el reconocimiento de un nuevo gobierno de Venezuela, por parte de Colombia, 'constituye a la vez el reconocimiento de una grave crisis de un país hermano, también vecino, que se refleja en el colapso de la economía, de las instituciones y en la desaprobación de varios estados del mundo, incluyendo los que conforman el Grupo de Lima'.
El profesor de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo, precisa que el pronunciamiento de Duque significa que Colombia avanza en dos direcciones: 'la primera es que está dispuesta definitivamente a no tener ningún vínculo con el gobierno de Maduro, ni siquiera el mínimo diplomático'.
Y lo segundo, añade, es que Colombia sabe que Guaidó no es presidente en funciones sino que lo reconoce como presidente interino: 'Además, Colombia está a la espera de lo que vaya a ocurrir en la negociación con ese gobierno y de una transición que se tiene que negociar con el chavismo, porque creo que es consciente de que Guaidó no se puede imponer'.
Consecuencias para Colombia
Serrano, máster en análisis de problemas internacionales del Instituto de Estudios Políticos de París, no cree que el comercio entre ambos países se vaya a ver golpeado con la crisis: 'las relaciones entre Colombia y Venezuela son simbióticas, y esas relaciones no se van a afectar siempre y cuando Venezuela siga pagando parte de lo que Colombia le hace llegar, pero en materia diplomática hay un vacío y así continuará'.
Por su parte, Rengifo, doctor en derecho internacional de la Universidad de Londres, ve problemas de seguridad y de estabilidad institucional en el movimiento al otro lado de la frontera: 'Esta situación, pudiera decirse inédita, afecta directamente a Colombia como a otros países de la región y del continente, por la inseguridad que se genera para la región, la conflictividad por el colapso de las instituciones y por las olas de migraciones'.
La diáspora venezolana
Enrique Serrano cree que los escenarios de la migración hacia Colombia dependen de múltiples y eventuales sucesos en Venezuela: 'Venezuela ha dado pruebas de que puede resistir sin derramamientos de sangre generalizados, pero si por ejemplo hubiera salida a las calles de las famosas milicias bolivarianas, la diáspora hacia Colombia seria frenética, y sería una situación dramática en Cúcuta y las regiones de frontera'.
Frente a un futuro retorno de la migración, por cuenta de una transición pacífica en Caracas, el internacionalista considera que tendría que pasar pero no inmediatamente 'porque el desabastecimiento y los problemas estructurales son muy difíciles de resolver en un año o dos. Eso pasará, pero de manera gradual. Por el momento la situación de migrantes en Colombia solo puede aumentar, y además los venezolanos en el país ya tienen una vida aquí, pero con el nuevo gobierno elegido, con ayuda internacional y unos programas de recuperación para un país que no está quebrado sino mal administrado, en unos tres o cuatro años' parte de la diáspora regresaría.
De otro lado, Jaramillo sí ve con optimismo la posibilidad de que con un cambio de gobierno tranquilo en el vecino país, la migración se regule: 'Normalmente lo que tendía a ocurrir es que cada vez que el chavismo se perpetuaba, el número de venezolanos aumentaba, pues la esperanza de que la cosa cambiara se reducía'.
Agrega el catedrático que en este momento, con la esperanza de que haya una transición, 'me parece que hay más chances de que se termine regulando un poco la migración pero es demasiado prematuro para hablar de consecuencias concretas sobre Colombia'.
Aislamiento y violencia
El aislamiento al régimen de Maduro es, para Serrano, la salida a la problemática del vecino país: 'Maduro está como Siria, en una condición de aislamiento, en el que se puede mantener por unos meses o un año pero eso no es sostenible en el tiempo ni económica ni políticamente. Entra entonces en lo que se llama la barrena diplomática, que hace que en materia económica no haya autoridad con quien relacionarse o comerciar'.
En este sentido, añade que el 2019 'creo, sería el último año de Maduro, para quien la única opción sería el exilio, que seguramente Rusia le otorgará'.
Y Rengifo hace votos por un epílogo pacífico para Caracas, ya que la crisis venezolana, con el levantamiento ciudadano contra el régimen, 'requiere de una salida negociada para evitar inútiles derramamientos de sangre, a fin de que los ciudadanos del vecino país encuentren la paz y la estabilidad que requieren como nación'.