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Determinada y perseverante en la misión de sacar a Reino Unido de la Unión Europea, que la llevó al poder hace casi tres años, la primera ministra británica Theresa May acabó por aceptar el sacrificio máximo: dejar el cargo para salvar su acuerdo de Brexit.

'Seguimos trabajando para garantizar que le damos el Brexit al pueblo británico', afirmó ayer antes de prometer a sus diputados que dejará las riendas del partido y del gobierno si logra que se apruebe el impopular texto que negoció con Bruselas.

Una y otra vez, desde que llegó al cargo en 2016, afirmó que su misión era 'cumplir con el resultado del referéndum', que en junio de ese año decidió el Brexit por 52% de votos.