La refinería que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador planea construir en su estado natal, Tabasco, para importar menos gasolina enfrenta serios cuestionamientos de expertos que aseguran que el proyecto podría resultar oneroso e inútil.
El gobierno izquierdista estima que la refinería estará lista en unos tres años con un costo de cerca de 8.000 millones de dólares y la capacidad de procesar 340.000 barriles al día.
Sin embargo, especialistas ven muy optimista la estimación. El presupuesto 'no da ni para un tercio de lo que están esperando hacer', dice a la AFP el analista Gonzalo Monroy.
'La preparación del terreno toma entre 18 y 24 meses. Estamos hablando de unos ocho años (de construcción), asumiendo que todo saliera bien', agrega.
Además, 'nuevas refinerías pueden terminar costando múltiples veces el monto original presupuestado', dijo la calificadora Moody's en un reporte de julio del año pasado.
La obra se enmarca en un enfoque nacionalista del sector energético en México.
López Obrador prometió 'rescatar' la industria petrolera y señaló la reforma energética del gobierno anterior —que abrió el sector a la iniciativa privada por primera vez en más de 70 años—como un fracaso para revertir la declinante producción de petróleo de la estatal Pemex.