En la víspera de una cumbre europea sobre el Brexit, la primera ministra británica, Theresa May, se dirige este martes a París, tras hacer escala en Berlín, decidida a convencer a los pesos pesados de la Unión Europea (UE) para que le concedan otra prórroga.
La líder británica, que en casa enfrenta las crítica de los conservadores más euroescépticos por su decisión de tender la mano a la oposición izquierdista en busca de un consenso que saque al país del caos político, debe luchar también su batalla en el frente europeo.
Tras fracasar en su tercer intento para aprobar el acuerdo de divorcio, May pidió a la UE una nueva prórroga del Brexit del 12 de abril al 30 de junio, que los dirigentes europeos, divididos sobre la actitud a adoptar ante Londres, deben acordar eventualmente el miércoles.
'La duración de la prórroga debe estar relacionada con el objeto, con qué fin, y dependerá de lo que May diga mañana a los dirigentes europeos', advirtió este martes el negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, tras reunirse con ministros europeos.
Para tratar de allanar el terreno, la jefa del gobierno británico conversó el lunes por teléfono con varios líderes europeos y este martes se reunió en Berlín con su par alemana, Angela Merkel, y tiene previsto hacerlo por la tarde con el presidente francés, Emmanuel Macron, en París.
Francia forma parte del grupo de países que quiere una mayor firmeza con Londres, preocupados por el buen funcionamiento del bloque si Reino Unido sigue formando parte de él más allá de las elecciones a la Eurocámara previstas del 23 al 26 de mayo.
La hipótesis de una prórroga 'no es automática', declaró este martes la ministra francesa de Asuntos Europeos, Amélie de Montchalin. Alemania se encuentra entre el grupo más 'moderado' de países, si bien también aboga por condicionar la duración de la prórroga.
Un plan se define
Las discusiones sobre otra prórroga representan un nuevo capítulo en la saga de un país que debía haber abandonado el bloque el 29 de marzo y que arrancó una nueva temporada con el inicio en los últimos días de negociaciones entre May y el líder laborista, Jeremy Corbyn.
Según fuentes diplomáticas europeas, la UE estaría estudiando conceder una prórroga del Brexit a Reino Unido hasta el 30 de junio, si la primera ministra británica logra finalmente que la Cámara de los Comunes apruebe el acuerdo antes del 22 de mayo.
La última fecha no es baladí. Un día después, Reino Unido debería escoger a sus eurodiputados que deberían ocupar sus escaños si el país continúa siendo miembro del bloque a partir del 1 de julio, cuando se constituye la próxima Eurocámara.
Los europeos se encaminan así a acordar a una prórroga a Londres para evitar un Brexit sin acuerdo el 12 de abril, pero con varios escenarios, que también dejan abierta la puerta a un aplazamiento más largo si Reino Unido no logra aprobar el acuerdo y presenta una 'hoja de ruta'.
Algunas de las posibilidades evocadas incluirían la organización de un segundo referéndum sobre el Brexit, la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas en Reino Unido o la búsqueda de un consenso con la oposición sobre la futura relación con la UE tras el Brexit.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, puso así sobre la mesa la idea de una prórroga 'flexible' de hasta un año, que permite a Londres abandonar antes el bloque si el Parlamento británico aprueba antes el acuerdo de divorcio, pero no contenta a todos los países.
Westminster quiere el control
A nivel interno, la inquilina del número 10 de Downing Street está sumida en conversaciones con los laboristas por intentar que Westminster apruebe en un cuarto intento el acuerdo de divorcio cerrado en noviembre con Bruselas, pero en una fecha todavía por determinar.
Complicando aún más la situación, los diputados británicos, decididos a tomar el control, aprobaron definitivamente el lunes una ley que obliga al gobierno a pedir un aplazamiento para evitar un Brexit sin acuerdo.
El ejecutivo de Theresa May debía consultar el martes con el Parlamento británico la duración de la prórroga deseada, en un movimiento más bien simbólico dado que la última palabra la tienen los dirigentes de la UE.