El primer ministro húngaro, Viktor Orban, y la canciller alemana, Angela Merkel, celebraron este lunes en Hungría la caída hace treinta años de la Cortina de Hierro, que supuso el fin de la frontera entre la Europa comunista y los países occidentales.
Invitada por Orban, Merkel acudió a la ciudad húngara de Sopron, donde el 19 de agosto de 1989, más de 600 alemanes del Este, de vacaciones en Hungría, aprovecharon la apertura de un puesto fronterizo con Austria con ocasión de un 'picnic paneuropeo' para huir al Oeste.
Ese hecho supuso una brecha decisiva en la 'Cortina de Hierro', la separación ideológica y luego física establecida en Europa tras la Segunda Guerra Mundial entre la zona de influencia soviética en el Este y los países occidentales, simbolizada por el Muro de Berlín.
'Yo no sería política y no habría podido ser canciller de una Alemania reunificada' si esos acontecimientos no hubieran tenido lugar, declaró Merkel, claramente emocionada, durante una rueda de prensa conjunta.
El picnic de Sopron 'se convirtió en un símbolo internacional que prueba que el deseo de libertad no puede ser rechazado' había afirmado previamente la jefa de gobierno alemana en un discurso junto a Orban, tras una ceremonia religiosa en una iglesia de la ciudad.
'Sopron muestra lo que nos convierte en europeos' añadió Merkel.
La cuestión de las fronteras europeas es motivo de fuertes tensiones desde hace varios años, encarnadas por las posturas divergentes de Merkel y Orban en el momento álgido de la ola de refugiados de 2015.
Mientras la canciller conservadora abogó por una política de asilo generosa, el primer ministro soberanista húngaro se opuso de forma categórica en nombre de la defensa de los valores cristianos.
Para Orban, 'no hay contradicción' entre el desmantelamiento de la Cortina de Hierro, que precipitó la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, y la construcción de nuevas barreras en las fronteras europeas.
En ambos casos el objetivo es construir 'una Europa de paz y seguridad' añadió.
Desde 2015, en la Unión Europea ha predominado la línea dura en materia de política migratoria, alimentada por la participación en el poder de la extrema derecha en países como Austria e Italia, y por su empuje en otros como Alemania.
En su visita a Hungría, Merkel se cuidó de criticar directamente a Orban, un veterano de la política, como ella.
Merkel está en el poder desde 2005 y Orban desde 2010.
La recién nombrada presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, ha prometido 'reabrir las negociaciones para hallar una posición común europea sobre las cuestiones de migración y eso me parece importante', se limitó a indicar Merkel.
Alemania, 'agradecida'
En Hungría, más de 200 kilómetros de muro construido por el gobierno de Orban separan desde 2015 la frontera sur de Hungría con Serbia y Croacia. Merkel siempre ha rechazado esa 'política de alambradas' en el corazón de la UE.
Cada uno a su forma, tanto la canciller como el primer ministro se vieron profundamente marcados por los eventos de 1989 que llevaron a la caída del muro, el 9 de noviembre.
Merkel, hija de un pastor que se instaló con toda la familia en la Alemania comunista y atea para predicar el evangelio, se muestra hoy comprometida con la libertad, justicia y el Estado de derecho.
Para Orban, iniciado en política como disidente liberal en 1989, la caída del comunismo supuso la reconquista de la soberanía húngara, una noción que ha defendido cada vez con más intransigencia, criticado por su deriva antidemocrática en su ejercicio del poder.
La canciller alemana asegura que los alemanes 'siempre' estarán 'agradecidos' con Hungría por su 'contribución al milagro de la reunificación alemana'.
En la actualidad, más allá de sus divergencias sobre la cuestión de los refugiados, ambos gobiernos comparten fuertes intereses económicos: Alemania es el principal socio comercial de Hungría debido principalmente a la implantación de fabricantes automovilísticos germanos en ese país.