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La violencia en Hong Kong eclipsó el martes las colosales celebraciones del 70º aniversario del régimen comunista chino, después de que un manifestante resultara herido por un disparo de la policía durante las protestas prodemocracia en la antigua colonia británica.

Mientras unos 15.000 soldados habían desfilado por el centro de Pekín durante los festejos del aniversario de la fundación de la República Popular China, a unos 2.000 km al sur, manifestantes prodemocracia desafiaron de nuevo a la policía de Hong Kong para denunciar la creciente injerencia de la China continental en el territorio autónomo.

Decenas de miles de personas salieron a la calle el martes, también feriado en la excolonia británica. Pero las protestas degeneraron en los peores disturbios desde el inicio de la movilización.

Según la policía, un agente que vio peligrar su vida abrió fuego contra un joven de 18 años, que resultó herido en el pecho. Tras ser atendido en el lugar, fue conducido a un hospital.

Las autoridades médicas informaron de 31 personas hospitalizadas, dos de ellas en estado crítico.

Los manifestantes hongkoneses se dirigieron hacia la oficina de representación de China en Hong Kong, que suele ser uno de los epicentros de las protestas.

Entonces lanzaron huevos contra un retrato del presidente chino Xi Jinping y arrancaron carteles que conmemoraban el aniversario del régimen chino.

'Tres meses más tarde, nuestras cinco reivindicaciones siguen sin cumplirse. Tenemos que seguir con nuestro combate', declaró a la AFP un manifestante, con una máscara.

La ciudad es escenario de violentos enfrentamientos. Policías y periodistas resultaron heridos por líquido corrosivo lanzado por los manifestantes. Múltiples barricadas ardían en varios barrios.

La unidad nacional

Los manifestantes quisieron aprovechar las grandiosas celebraciones en Pekín para alzar todavía más la voz contra las autoridades chinas y denunciar el retroceso de sus libertades y de la violación, según ellos, del principio de 'un país, dos sistemas', en vigor desde su retrocesión de 1997.

El lunes el presidente Xi prometió que su país 'seguirá aplicando íntegra y fielmente' este principio, defendiendo al mismo tiempo la unidad nacional, 'el origen de la fuerza'.

Aunque desde hace semanas el régimen no ha cesado de insinuar que podría intervenir para restablecer el orden, los expertos consideran que el gobierno tome ese riesgo, tres décadas después de la sangrienta represión del movimiento democrático de la plaza de Tiananmen en Pekín.

La Unión Europea hizo un llamado el martes a una 'desescalada' de la tensión. Reino Unido calificó por su parte de 'desproporcionado' el uso de munición real por parte de la policía de Hong Kong y pidió un 'diálogo constructivo' para calmar la situación.

En Pekín, miles de militares, con cientos de tanques, misiles y aviones de combate desfilaron bajo la mirada de Xi y de otros dirigentes del partido desde una tribuna en la puerta de Tiananmen, el lugar en el que Mao Zedong proclamó la fundación de la República Popular el 1 de octubre de 1949.

'Nada puede hacer que los pilares de nuestra gran nación se tambaleen. Nada puede impedir que la nación y el pueblo chinos avancen', dijo el presidente chino. 

Miles de participantes reunidos en la inmensa plaza de Tiananmen agitaron sus banderines rojos frente al mandatario, que acababa de pasar revista a las tropas.

El Ejército Popular de Liberación mostró sus nuevas armas, entre ellas el DF-41, un misil balístico intercontinental con capacidad nuclear y un rango suficiente como para alcanzar cualquier punto de Estados Unidos; y el DF-17, un lanzador de planeadores hipersónicos.

Varios helicópteros volaron sobre la ciudad formando el número 70. También hizo su primera aparición un dron de reconocimiento de gran velocidad y gran altitud, según la agencia Xinhua.

Fuegos artificiales

Los festejos buscan ensalzar el sentimiento patriótico, celebrando el progreso económico y social del país en las últimas décadas.

Xi Jinping, quien reforzó la autoridad del Partido Comunista Chino (PCC) desde su llegada al poder en 2012, es a menudo considerado como el dirigente chino más poderoso desde Mao Zedong (1949-1976).

Al desfile militar le siguió un gigantesco cortejo con unos 100.000 figurantes y unas 70 carrozas de carnaval.

Por la noche, tuvo lugar una espectáculo artístico grandioso en la plaza de Tiananmen, y los fuegos artificiales iluminaron el centro de la ciudad.

Durante la gala, 10.000 personas bailaron y movieron una pantallas plegables formando diferentes figuras, como la Gran Muralla o la bandera nacional.