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Seis meses después del incendio de la catedral de Notre Dame de París, las obras de consolidación están resultando más complejas, peligrosas y onerosas de lo previsto, además de que todavía se ignora cómo será su nueva apariencia.

Habrá que esperar hasta finales de 2020 para contar con un diagnóstico completo que permita a los arquitectos abordar su restauración. Tras la licitación, la reconstrucción del monumento histórico, el segundo más visitado de Europa, podrá empezar en 2021.

La catedral ¿quedará exactamente igual que antes del incendio del 15 de abril, como desea la mayoría de franceses y el arquitecto en jefe, o bien se incluirán modificaciones arquitectónicas como defiende el gobierno?

Principalmente hay que reconstruir el techo de madera y la aguja de 93 metros de altura, uno de los símbolos de la capital francesa.

Por el momento, es imposible determinar 'cuánto costará y cuánto tiempo tomará', subraya el arzobispo de París, Michel Aupetit.

El presidente Emmanuel Macron dijo que las obras para que la catedral 'sea más bella que antes' debían finalizarse en cinco años, un plazo considerado como un 'objetivo' aproximado por los expertos. 

Los trabajos ya sufrieron un retraso después de que tuvieron que interrumpirse durante casi un mes a finales de julio debido a un riesgo de contaminación con plomo. 

El objetivo más apremiante es descartar el peligro de que la bóveda se hunda, debido al andamio de 500 toneladas instalado alrededor de la aguja antes del incendio. La caída de una de las barras podría causar daños irreparables.

'No es que queramos asustar, es una realidad física', explica a la AFP Christophe-Charles Rousselot, delegado general de la Fundación Notre Dame.

Se triplican los costos

Para impedir un desplome, se instalaron cimbras en los arbotantes. Esta medida, junto a las precauciones antiplomo y otras iniciativas no programadas inicialmente, están disparando el presupuesto de esta primera fase, que pasó de 30 millones de euros el 15 de abril, a 50 millones en junio y 85 millones actualmente.

Los trabajos para desmontar el antiguo andamio, que se pegó a la estructura del techo debido al calor de las llamas, durarán varios meses. 'Se instalará otro andamio por encima para que los obreros bajen con cuerdas y corten una a una las barras', según el arzobispo.

Estas obras de consolidación no finalizarán hasta mediados de 2020. Si todo va bien, la nave podría reabrirse parcialmente al culto. 

La presencia de plomo es otra variable determinante, puesto que siguen detectándose niveles elevados en los intersticios del atrio pese a los trabajos de descontaminación.

También hay que tener en cuenta la investigación de tres jueces de instrucción, llamados a determinar las causas del incendio. Todo apunta a que no fue intencionado pero se podría señalar a los responsables de una serie de negligencias: ¿empresas privadas, diócesis, Estado?

Un general al mando

Como un ejército en campaña, estas obras colosales necesitan una estructura y un jefe. Macron nombró al general Jean-Louis Georgelin, exjefe del Estado Mayor, para constituir los equipos, encargarse de los arbitrajes y avanzar a marchas forzadas.

A finales de 2020, se decidirá cómo se reconstruirá Notre Dame, que el año pasado recibió 12 millones de visitantes.

'Hay que rehacer la aguja de manera idéntica', declaró en junio Philippe Villeneuve, arquitecto en jefe de Monumentos Históricos y a cargo de la restauración de la catedral. El experto defendió 'la gran fuerza' de este elemento del siglo XIX que se integraba perfectamente en la obra medieval precisamente porque era 'intemporal'.

Villeneuve se desmarcó así de la voluntad de Macron de inscribir un 'gesto contemporáneo' al monumento. 

Junto a estos planes, se incluirá además la renovación de la céntrica zona en la que se halla Notre Dame, junto al río Sena.

La ola de solidaridad que suscitó el incendio se tradujo en promesas de donaciones por un total de 800 millones de euros: desde los 200 millones desembolsados por el magnate francés Bernard Arnault, propietario del grupo de lujo LVMH, al euro que ofreció un niño de ocho años.

Pero dada la prolongación de las obras, los controles sanitarios, los exigentes informes de expertos, la instalación de andamios y la alta tecnología requerida puede que al final el dinero falte.