El olor a cera fundida se mezcla con el aroma de las flores de cempasúchil colocadas sobre las tumbas de los cementerios mexicanos, a los que miles de personas acuden para recordar a sus difuntos durante el tradicional Día de Muertos.
Frente a las tumbas, los visitantes montan coloridos altares en honor a sus seres queridos, a quienes les dedican cantos y rezos durante la madrugada del 1 y 2 de noviembre cuando las ánimas arriban del inframundo, según dicta esta tradición de raíz indígena.
'Se cree que los espíritus andan vagando por aquí, así que nos sentimos muy contentos de reencontrarnos con nuestros muertitos', dijo a la AFP Francisco Rubio, comunicólogo de 68 años que visitaba el Panteón Dolores, ubicado en el oeste de Ciudad de México.
De acuerdo con esta celebración, que mezcla raíces indígenas con tradiciones cristianas de la época colonial española, la madrugada del 1 de noviembre las almas de los niños arriban provenientes del 'Mictlán', como los mexicas llamaban al inframundo.
En tanto, el 2 de noviembre está dedicado a las ánimas adultas, a quienes reciben con alimentos y bebidas que han sido preparados una noche antes.
Aunque las costumbres de la festividad pueden variar entre las diferentes zonas de México, todas coinciden en el reencuentro entre vivos y muertos como el motor principal de la celebración más querida e importante para los mexicanos.
'Tengo el gusto de venir cada a año a visitar a mi difunta hermana. Es una tristeza y una alegría a la vez porque me acuerdo mucho de ella', dijo con nostalgia Sara Hernández, ama de casa de 55 años.
La festividad del Día de Muertos, convertida ya en un símbolo dentro y fuera de México, fue catalogada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003.
Durante la maratónica jornada es frecuente que en los panteones también suene la música de mariachi o de tríos de guitarra para consentir 'a los que se han adelantado en el camino'.
'A los que vienen a visitar a sus difuntos, les gustan las canciones viejas, de la época de oro del cine mexicano (1940-1950). Disfrutan la música que ya no se oye, ahora puro reggaetón', contó Armando Medina, músico de 73 años.