El 'muro de Trump' entre Estados Unidos y México, las vallas que separan España y Marruecos, la 'barrera de seguridad' entre Israel y Cisjordania... El muro de Berlín debía ser 'el último', pero 30 años después de su caída se siguen erigiendo muros en todo el mundo.
Elisabeth Vallet, politóloga de la Universidad de Québec, cuenta '75 muros construidos o anunciados', frente a unos 15 en 1989.
Si se los suma, 'los muros existentes se extienden a lo largo de unos 40.000 kilómetros', es decir la circunferencia de la Tierra, dice la autora de 'Fronteras, vallas y muros - Estado de inseguridad' (Routledge).
'El 9 de noviembre de 1989 se derribó el Muro de Berlín, marcando lo que muchos esperaban que fuera una nueva era de cooperación y de apertura a través de las fronteras', señala el Transnational Institute (TNI), un centro de reflexión internacional con sede en Ámsterdam.
'Pero 30 años después, parece estar ocurriendo todo lo contrario: el mundo está respondiendo a los problemas de seguridad con muros, militarización y aislamiento', agrega TNI en su informe 'Construyendo Muros'.
'La ola de optimismo duró poco', confirma a la AFP Alexandra Novosseloff, investigadora del International Peace Institute de Nueva York.
'Los muros persisten y se han multiplicado. Hay más ahora que hace 30 años', añade Novosseloff.
Bruno Tertrais, subdirector de la Fundación para la Investigación Estratégica de París, señala que, si bien muchas personas esperaban que la globalización condujera a la desaparición de las fronteras, por el contrario ésta ha alimentado un resurgimiento del nacionalismo.
Y al nacionalismo 'le gustan las barreras', apunta Tertrais, que fue coautor de un libro en 2016 sobre muros, migración y conflictos.
Vulnerabilidad
Se construyen muros 'para tratar de combatir de una manera un tanto absurda fenómenos globales como el terrorismo, la migración y la pobreza', explica Novosseloff.
El exdiplomático francés Michel Foucher, autor de un libro sobre la construcción de fronteras, argumenta que la vulnerabilidad que sienten muchos frente a la globalización había conducido a una demanda de más proteccionismo estatal y, por extensión, más muros.
El muro sirve como 'una metáfora que se espera calme nuestros miedos', dice Foucher, un geógrafo profesor en el College d'Etudes Mondiales, una institución de investigación con sede en París.
'En un momento en que el populismo está creciendo rápidamente, un muro es una solución rápida que un gobierno populista puede instrumentalizar rápidamente', dice Vallet.
A medida que continúan los flujos migratorios de sur a norte, cada vez más los muros que se están construyendo tienen por objeto mantener a los extranjeros fuera de la zona.
'Los Estados miembros de la Unión Europea y del Espacio Schengen han construido desde los años 90 casi 1.000 km de muros, lo que equivale a más de seis veces la longitud total del muro de Berlín, para evitar la entrada de desplazados', según el Transnational Institute.
Seguridad nacional
Y sin embargo, como señala Vallet, 'los muros no frenan los flujos'.
'No detienen el tráfico de drogas, por ejemplo, la mayoría de droga que entra a Estados Unidos lo hace a través de los cruces fronterizos', añade.
'Peor aún, los muros ayudan a esconder una realidad, la de una creciente inseguridad al sur de la frontera. Cuando millones de personas no tengan otra opción que abandonar sus casas, los muros no servirán de nada', añade esta experta.
Pero para Michael Rubin, investigador del American Enterprise Institute, un centro de investigación con sede en Washington, no hay que confundir los actuales muros fronterizos, construidos para controlar la entrada de personas, y el muro de Berlín, que impedía a las personas salir.
'Los muros funcionan si su objetivo es proteger la seguridad nacional y frenar la inmigración ilegal', estima, y cita como ejemplo 'exitoso' la barrera entre Israel y Cisjordania.
'Casi inmediatamente, el número de ataques exitosos en Israel se redujo en un 90%', dice este ex funcionario del Pentágono.