En la plaza de la República, en el centro de París, la determinación de los manifestantes que desafían en las calles a Emmanuel Macron es palpable. '¡No hay marcha atrás!', grita a coro una marea humana, dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias para que el presidente retire su controvertida reforma de las pensiones.
'¿Jubilación a 64 años? ¿Por qué no 69 años?', ironiza la pancarta que Paloma Viala, una profesora, lleva sujeta contra el pecho. 'Además de trabajar más años, con esta reforma vamos a perder dinero, entre 600 a 800 euros por mes (670 a 890 dólares), ¡es muchísimo!', dice indignada.
'Queremos que Macron retire su reforma. ¡Se acabó el tiempo de la negociación!', añade resuelta esta joven de 27 años.
Como ella, miles de profesores, funcionarios, jubilados, médicos y abogados desfilan por París, así como en las principales ciudades de Francia, en la tercera jornada de manifestaciones contra esta reforma que atrasa en dos años la edad a la cual los franceses podrán cobrar toda su pensión y fusiona en un sistema único los 42 regímenes de pensiones existentes.
El proyecto, una promesa electoral de Macron, ha puesto a los franceses en pie de guerra desde hace casi dos semanas.
Entre los más movilizados contra la reforma, los empleados ferroviarios, con silbatos, megáfonos y hasta tambores, quieren hacerse escuchar. 'No vamos a ceder, si cedemos todo se viene abajo', estima combativo Selim, un maquinista de metro que prefiere no dar su apellido.
'Nuestro combate es justo'
Al igual que muchos de sus compañeros empleados en los transportes públicos, este treintañero está en huelga desde hace 13 días y rechaza la idea, lanzada por el gobierno, de respetar una 'tregua', al menos por Navidad, para que los franceses puedan tomar sus trenes normalmente y pasar las fiestas en familia.
'Sabemos que nuestro combate es justo y que el pueblo francés nos apoya. Vamos a seguir movilizados hasta el final, de eso no hay duda', sostiene con una pancarta en la mano que reza '¡La reforma no pasará!'.
Junto a él, una mujer asiente. 'Es el gobierno el que decidió presentar esta reforma a mediados de diciembre, pensando que pasaría desapercibida', estima Catherine Sindicas, una jubilada de 61 años. 'El riesgo lo tomaron ellos y ahora deben asumir', agrega.
Médicos, enfermeros e internos, a menudo vestidos con blusas blancas o azules, están también presentes masivamente para expresar no sólo su rechazo a la reforma de Macron sino su malestar por sus condiciones de trabajo.
'Trabajar en los hospitales públicos es muy difícil físicamente, en el día no tenemos tiempo de sentarnos ni una sola vez, de ir al baño o incluso de comer (...) Pasamos de un paciente a otro como robots', lamenta Florence Heshmati, una enfermera en psiquiatría de 35 años.
'Los fines de mes son también muy difíciles, llevo 10 años como enfermera y gano 1.600 euros por mes, es imposible seguir así, no podemos vivir dignamente', asegura, vestida con una blusa blanca en la que escribió con un marcador negro 'Hospitales en estado de urgencia'.
'Bella Ciao'
A unos metros, algunos estudiantes se unieron al cortejo, como Gwendoline, de 25 años, que cursa estudios en la escuela de arte dramático de París. Para ella la jubilación está aún lejos pero 'es importante mostrar que los jóvenes estamos presentes', afirma.
A su lado ondean banderas y pancartas que evidencian la indignación de los franceses. Algunos enarbolan fotos de Macron vestido como el Rey Sol o dibujos que lo representan junto a banqueros y grandes capitalistas.
La reforma que propone Macron 'es una regresión social', afirma Samira Ouira, una funcionaria pública de 54 años, vestida con un 'chaleco amarillo', el símbolo del colectivo que se alzó contra la política social y económica del gobierno francés hace un año.
'Pedimos el retiro total de la reforma (...) Macron ya ha hecho suficiente daño al país', dice citando las grandes privatizaciones que el mandatario emprendió desde su llegada al poder en 2017.
Junto a ella, cerrando el cortejo, que en París reunió a 76.000 manifestantes, según cifras del ministerio del Interior, un grupo de manifestantes entona, acompañado de altoparlantes, 'Bella Ciao', el conocido himno de resistencia antifascista italiano que se escucha en los últimos meses en manifestaciones en todo el mundo.