Las facciones proiraníes en Irak aumentaron la presión ayer con el lanzamiento de proyectiles contra las fuerzas estadounidenses, tras el funeral multitudinario del poderoso general iraní Qasem Soleimani, que murió en un ataque de Estados Unidos en Bagdad.
Varios proyectiles impactaron en la Zona Verde de Bagdad, lugar altamente protegido donde se halla la embajada de Estados Unidos, y en la base aérea de Al Balad, al norte de la capital, donde están desplegados soldados estadounidenses.
Estos ataques no provocaron víctimas pero las brigadas de Kataeb Hezbolá, la facción más radical de las milicias proiraníes en Irak, subieron un peldaño más la tensión al exigir a las fuerzas de seguridad iraquíes 'que se alejen a 1.000 metros como mínimo de las bases estadounidenses a partir de hoy'.
El Parlamento iraquí se reunirá en una sesión extraordinaria en la que podría denunciar el acuerdo irako-estadounidense que enmarca la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en suelo iraquí.
En el funeral de Soleimani y el líder Al Mouhandis miles de iraquíes proferían consignas contra Estados Unidos.
Tras el funeral, los cuerpos fueron trasladados a Kerbala y Nayaf, dos ciudades santas chiitas al sur de la capital.
Al Mouhandis será enterrado en Irak y el cuerpo de Soleimani trasladado a Irán, donde recibirá sepultura el martes en su ciudad natal de Kerman (centro).
El asesinato el viernes de Soleimani –artífice de la política de Irán en Oriente Medio– y del líder miliciano Abu Mehdi Al Muhandis –número dos de Hashd Al Shaabi y considerado el hombre de Irán en Bagdad– atizó el conflicto en la región.