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Las fuerzas pro-Haftar bloquearon este sábado los principales terminales petrolíferos del este de Libia, pocas horas antes de una cumbre internacional en Berlín para relanzar el proceso de paz en el país, inmerso en una guerra civil.

El paro de las exportaciones de petróleo, casi la única fuente de ingresos para Libia, es una acción de protesta contra la intervención de Turquía en el país, indicaron las tribus y las fuerzas leales al general Jalifa Haftar, el hombre fuerte del este del país.

Los pro-Haftar consideran que los ingresos petroleros distribuidos por el GNA sirven para pagar combatientes del exterior, principalmente de Turquía.

La Compañía Nacional de Petróleo (NOC) anunció en un comunicado el paro de las exportaciones en los terminales de Brega, Ras Lanuf, Al Sedra y Al Hariga. 

El bloque provocará la caída de la producción del país de los 1,3 millones de barriles diarios actuales hasta 500.000 barriles diarios y unas pérdidas de unos 55 millones de dólares al día, según la compañía.

El mariscal Haftar, que lleva a cabo desde abril de 2019 una ofensiva para tomar Trípoli, debería participar el domingo en la conferencia internacional sobre Libia organizada por iniciativa de la ONU, igual que su rival Fayez Al Sarraj, jefe del GNA.

Turquía apoya a Sarraj, incluso militarmente, mientras que se sospecha a Moscú, a pesar de sus denegaciones, apoya al general Haftar con armas, dinero y mercenarios.

'Chantaje'

Ahmad Al Mismari, portavoz de los pro-Haftar, indicó el sábado de madrugada que 'el cierre de los campos y terminales petroleros es una decisión puramente popular, el pueblo decidió'.

Pero según Jalel Harchaoui, investigador en el Institut Clingendael de La Haya, 'se trata de una lógica de chantaje; que puede funcionar, pero también hay un riesgo de que Washington reaccione mal'.  

'La administración Trump está muy opuesta a los bloqueos de las exportaciones de petróleo libio' que llevarían a un aumento del precio del petróleo, afirmó.

En una entrevista a la AFP, el sábado en Berlín, el emisario de la ONU en Libia, Ghassan Salamé, no descartó motivos políticos antes de la reunión de Berlín.

'El momento digamos es un poco sospechoso', afirmó. 'En la ONU nuestra línea es clara. No hay que jugar con el petróleo porque es el sustento de los libios. Sin petróleo los libios se mueren de hambre', advirtió.

Salamé pidió además a los otros países que abandonen la injerencia en el conflicto, que mezcla rivalidades políticas y económicas, por las importantes reservas que tiene Libia.

La presencia de militares turcos en el país y las sospechas de que hay también mercenarios rusos hace temer que Libia se convierta en una 'nueva Siria', un conflicto complejo con presencia de varios países.

'Aspirina'

'Cualquier tipo de injerencia extranjera puede tener un efecto de aspirina a corto plazo', dijo Salamé el sábado en Berlín, una alusión al alto el fuego que entró en vigor el 12 de enero en Libia por iniciativa de Rusia y Turquía. 

La cumbre del domingo tendrá en particular el objetivo de 'consolidar' la tregua, todavía frágil, con un embargo sobre la entregas de armas.

Los dos campos rivales de Libia observan desde el pasado domingo una tregua, por iniciativa de Rusia y Turquía. Pero los dos campos se acusan mutuamente de 'violaciones'.

A pesar de sus intereses divergentes, Rusia y Turquía se impusieron en las últimas semanas como actores clave en Libia, en detrimento de Europa.

El sábado, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que el domingo estará en Berlín, advirtió contra el peligro de un resurgimiento de grupos yihadistas si el GNA fuera derrocado.

'Europa se enfrentará a una nueva serie de problemas y de amenazas en caso de caída del gobierno legítimo libio', escribió Erdogan en la web de Politico.