Las potencias involucradas por el conflicto en Libia llamaron a un cese de hostilidades permanente, al tiempo que acordaron respetar el embargo de armamentos decretado por Naciones Unidas.
'Llamamos a todas las partes involucradas a redoblar esfuerzos para una suspensión durable de las hostilidades, la distensión y el cese el fuego permanente', afirman en un comunicado final tras una conferencia internacional reunida el domingo en Berlín
Poco antes la jefa del gobierno alemán y anfitriona de la cumbre, Angela Merkel, había informado que las potencias participantes habían 'acordado que vamos a respetar el embargo sobre las armas y que ese embargo será controlado más estrictamente que hasta ahora'.
Para garantizar el respeto efectivo y duradero del fin de las hostilidades, reuniones interlibias entre representantes militares de los dos campos deberían organizarse pronto.
Se emitirá una invitación 'en los próximos días', dijo Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Para consolidar el alto el fuego, el enviado de la ONU había pedido a los dos campos rivales que formaran una 'Comisión Militar' compuesta por diez oficiales, cinco de cada lado.
Los participantes también acordaron 'respetar estrictamente' el embargo de armas y que 'este embargo estaría más estrictamente controlado que antes', explicó Merkel en una conferencia de prensa conjunta con Guterres, y el enviado de la ONU a Libia, Ghassan Salamé.
El embargo fue decretado en 2011 por las Naciones Unidas, pero en gran medida siguió siendo una letra muerta.
'Hemos sido testigos de una escalada en el conflicto. Ha alcanzado una dimensión peligrosa en los últimos días', dijo Guterres, señalando el 'riesgo de una escalada regional real'.
Otro punto sensible del conflicto son las intervenciones más o menos directas de países extranjeros en este conflicto y al respecto, 'todos los participantes también se comprometieron a renunciar a la interferencia en el conflicto armado o en los asuntos internos de Libia', dijo Guterres.
De hecho, Turquía apoya militarmente al gobierno de Fayez al-Sarraj en Trípoli y se sospecha que Rusia, a pesar de sus negativas, apoya al hombre fuerte del este de Libia, el mariscal Jalifa Haftar.
Desde la reanudación de los enfrentamientos entre campamentos rivales en Libia en abril de 2019, más de 280 civiles y 2.000 combatientes han sido asesinados y, según la ONU, más de 170.000 habitantes han sido desplazados.