Los líderes de los principales países involucrados en el conflicto que desangra a Libia iniciaron, este domingo en Berlín, una conferencia internacional para tratar de construir un proceso de paz y evitar que la guerra civil transforme a ese país norteafricano en una 'segunda Siria'.
El objetivo principal de esta cumbre bajo los auspicios de la ONU, que se abrió a las 14h00 locales (13h00 GMT) y debe terminar a altas horas de la noche, es poner fin a las múltiples interferencias extranjeras en el país y abrir una vía a la paz.
Los dos protagonistas principales de la crisis en Libia, Fayez al Sarraj -jefe del Gobierno de Unidad Nacional (GNA), reconocido por la ONU- y Jalifa Haftar -el cabecilla militar del Este del país- están presentes en Berlín. Pero no se sentarán a la misma mesa.
El primero es apoyado por Turquía, mientras que el segundo es apoyado por Rusia.
Se espera un compromiso de respetar el embargo a la entrega de armas, decretado en 2011 pero que en gran medida constituye letra muerta, de acuerdo con el borrador del acuerdo final al que AFP tuvo acceso. También debe exigir un cese 'total' y duradero de las hostilidades.
'Consideramos a la cumbre de Berlín como una etapa importante para consolidar el alto el fuego y avanzar hacia una solución política' en Libia, afirmó este domingo el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ante la prensa en el aeropuerto de Estambul antes de partir hacia Berlín.
'Para llegar a una solución política debe cesar la actitud hostil de Haftar', declaró Erdogan, ya en Berlín, durante una entrevista junto al presidente ruso Vladimir Putin.
'La conferencia puede ser el primer paso hacia la paz en Libia', dijo de su lado el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, anfitrión de la cumbre, en una entrevista publicada el domingo en el diario Bild.
El enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, indicó a la AFP que Libia 'necesita' que la interferencia extranjera que alimenta el conflicto se 'detenga'.
Entre la reciente llegada de soldados turcos a territorio libio, la presunta presencia de mercenarios rusos y la afluencia continua de armas entregadas por varios estados, la comunidad internacional teme que el conflicto se intensifique.
No en la misma mesa
'Este es un conflicto regional creciente, que se parece cada vez más a Siria', dijo en Washington un alto funcionario del Departamento de Estado el sábado por la noche bajo condición de anonimato.
'Esta es la razón por la cual toda la comunidad internacional se está movilizando', apuntó.
Europa también teme un nuevo flujo de migrantes, un temor que Turquía utiliza para justificar su intervención. 'La violencia en Trípoli provocaría nuevas oleadas de refugiados', señaló la presidencia turca el sábado por la noche.
'Dejar a Libia a merced de un señor de la guerra sería un error histórico', dijo el sábado Erdogan, al hablar del mariscal Haftar.
Francia también está bajo sospecha de apoyar a Haftar en lugar del GNA. Es necesario 'ver las cosas como son, ver el equilibrio del poder tal como es' con Haftar, quien controla con sus aliados 'aproximadamente el 80% del territorio', argumenta una fuente diplomática francesa.
Alto el fuego
Por su parte, la ONU también espera que durante esta conferencia se pueda 'consolidar el alto el fuego' obtenido por Rusia y Turquía y que entró en vigor desde el 12 de enero.
Hasta ahora, la tregua ha sido más o menos respetada por las fuerzas del mariscal Haftar y las del GNA a las puertas de la capital.
Después de controlar el Este y una gran parte del Sur de Libia, el mariscal Haftar se propuso conquistar el centro de poder en Trípoli, contando con una victoria relámpago. Pero desde principios de abril se ha enfrentado a una feroz resistencia.
Su rival, el jefe de la GNA, pidió, en una entrevista que se publica el domingo en el diario alemán Welt, el envío a Libia de una 'fuerza militar internacional' bajo los auspicios de la ONU, caso el mariscal Haftar mantenga los combates.
Su misión de esa fuerza sería 'proteger a la población civil', dijo.
En este contexto, las fuerzas pro-Haftar bloquearon las principales terminales petroleras del este de Libia el sábado, arrojando así un balde de agua helada sobre la cumbre de Berlín.
De acuerdo con esas tropas, fue una forma de protestar contra la intervención turca en el país.