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Bañada en la sangre de sus ciudadanos, Somalia aún sufre las barbaries de una guerra civil que empezó hace cuatro décadas.

Con el magnicidio del expresidente Abdirashid Ali Shermarke en 1969 a mano de sus propios guardaespaldas, Somalia, país ubicado en el Cuerno de África al oriente del continente, entró en un periplo de inestabilidad política. Esto desencadenó en dos golpes de Estado (1969 y 1991) que significaron el inicio de una guerra civil que aún no escribe la última página de su historia.

 La lucha del Gobierno Federal de Somalia contra el Emirato Islámico de Somalia, grupo insurgente al margen de la ley, ha dejado más de dos millones de somalíes refugiados en distintas partes del mundo.

Suiza fue uno de los países que le abrió sus puertas a los somalíes que escapaban de la guerra. Según cifras oficiales, ocho mil somalíes viven en Suiza, el 87% de ellos como solicitantes de asilo.

En 1980, después del primer golpe de Estado, la familia Mohamed Ahmed, armó maletas y con el pequeño Ahmed Gabb, en brazos, volaron a Suiza huyendo de las atrocidades bélicas.

 Ahmed no recuerda su llegada a Suiza, país que reconoce como suyo. Cuarenta años después, desde la sala de su casa en Bridgetown, Barbados, atiende mi video llamada mientras el mundo vive la pandemia del COVID-19.

Acostado en un sofá de dos puestos, con una barba exuberante de color negro que le cubre mitad de su rostro, Ahmed o Mohamed, como prefiere que lo llamen, rememora desde sus primeros pasos en Suiza hasta su presente como Director Técnico de la Selección de Fútbol de Barbados. 'No recuerdo nada de Somalia. Mis recuerdos de niño son en Suiza. Allí me crié. La verdad tuve una crianza digna y sin problemas en Thun, ciudad céntrica en ese país', afirmó.

Creció como un 'suizo común y corriente'. Con un balón – recuerda – pasó los días junto a sus dos hermanos, Abdi y Asad, lejos de la guerra civil somalí.

 Ahmed niega rotundamente que esta sea otra historia de 'superación hollywoodense' en la que el niño africano sale adelante en otro entorno. Él, con sus palabras en inglés, uno de los cinco idiomas que domina a la perfección junto al alemán, francés, italiano y portugués, expresa el amor que recibió en Suiza y que le permitió alcanzar sus sueños sin sentir el rechazo limítrofe de una frontera.