Compartir:

Luego del ataque al Capitolio perpetrado por turbas en favor del presidente estadounidense Donald Trump, la conocida como la democracia más antigua y sólida del mundo se tambaleó y mostró las costuras de una división política que se profundiza entre partidarios de las toldas roja y azul.

'Lo que pasó ayer era algo en papel 'que podíamos esperar' porque estos grupos extremistas llevaban semanas hablando de querer asaltar el Capitolio, pero no les habíamos tomado en serio', señaló Mario Aller, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Sergio Arboleda.

Estos hechos, según agregó Aller, impactan directamente en la imagen del Partido Republicano y de la democracia estadounidense. '¿A quién va a venderle Estados Unidos democracia cuando en su propio país no la tienen muy clara? El Partido Republicano tiene que dar un golpe en la mesa y dejar de ser ese partido roto y despedazado por las acciones de Trump y volver a ser ese partido tradicionalmente fuerte'.

Para Gabriel Orozco, docente de relaciones internacionales de la Universidad Simón Bolívar, el que el Congreso sesionara horas después del atentado fue la muestra de resiliencia de la democracia estadounidense. 'Ha demostrado la capacidad de superar una crisis a tal punto que, a pesar de la arremetida, el Congreso pudo corroborar el proceso electoral', dijo.

Ahora bien, para Orozco, EE. UU. ahora tiene por delante tres tareas cruciales en el futuro reciente.

'Estados Unidos no puede dar esa imagen de que las implicaciones de un caudillo o líder populista están más allá de las instalaciones (...) Tiene que haber un proceso judicial y de sanción para todos los implicados que incitaron a la violencia'.

Pero la tarea más compleja, dice Orozco, recae en que 'EE. UU. se ha mostrado en los últimos años como el paladín de la democracia mostrándose como una especie de faro, pero vemos que tienen que recomponer su democracia en términos de la capacidad de superar estas situaciones'.

El partido republicano. Una de las toldas políticas tradicionales de EE. UU., se encuentra en una encrucijada producto de la división interna que genera el comportamiento del actual presidente Trump. El futuro inmediato del partido de Lincoln pasa, de acuerdo con Mario Aller, 'por las manos de ellos mismos'.

'El futuro pasa por lo que quieran hacer. Si quieren ser lo que han sido en cuatro años, que han sido más dominados por egoísmos individualistas o quieren volver a funcionar como un partido fuerte que mantiene las líneas', dijo Aller.

Sin embargo, el analista precisa en que el movimiento a favor de Trump va a mantenerse, por lo que el partido debe tomárselo con seriedad.

'El partido corre el riesgo de que la rebelión crezca más a la sombra de Biden y puedan hacer fuerza en las próximas elecciones de 2024', dijo Aller. 

Esta visión la complementa Orozco al identificar que esta división interna se refleja en que el partido perdió bastiones estatales donde siempre habían ganado.

'El partido republicano sale muy débil de esta situación y aunque otros partidos (Libertarios o Verdes) quieran capitalizar estos movimientos, lo cierto es que van a buscar nuevos liderazgos más allá de Trump, pero que sigan recomponiendo un discurso más moderado y replantear las bases', explicó Orozco.