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En el momento en que la jabalina de María Andrejczyk alcanzó los 64,61 metros en un estadio de Tokio, donde se celebraban los Juegos Olímpicos, ella supo que ya tenía el podio asegurado.

A sus 25 años la deportista polaca ganó su primera medalla, una de plata pero para ella significaba una de oro.

Luego de finalizar las justas olímpicas, Andrejczyk decidió poner su medalla al servicio de Milos, un niño polaco con problemas en el corazón que necesitaba ser operado con urgencia en Estados Unidos.

La atleta se puso en contacto con los padres del menor y con una compañía encargada de realizar subastas. Al final, gracias a la intervención de muchas personas que brindaron su colaboración con la causa, el metal alcanzó un valor de 44.000 euros.

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Para sorpresa de todos, la empresa que ganó la subasta fue Zabka Polska (una cadena de tiendas de alimentación), quienes decidieron devolverle su medalla a la atleta.

'Nos conmovió mucho el gesto de nuestra atleta olímpica, por lo que decidimos apoyar la recaudación de fondos para Milos, pero también decidimos que la plata se quedara con María', publicó la cadena de supermercados en Twitter.

Finalmente todos tendrán un final feliz, pues Milos podrá ser operado para solucionar sus problemas cardiacos y María lucirá su medalla que ganó con tanto esfuerzo en Tokio 2020.

'El valor real de la medalla siempre permanece en el corazón. La medalla es sólo un objeto, pero puede ser de gran valor para otros. Esta medalla de plata puede salvar vidas en lugar de acumular polvo en un armario', expresó la deportista en una entrevista.