Yigit Cakmak, de tan solo 8 años, se encontraba atrapado entre los escombros de su casa en la provincia de Hatay, sur de Turquía, mientras su madre pedía auxilio desesperadamente para que los cuerpos de rescate sacaran a su pequeño con vida.
Este miércoles, luego de 52 horas en las que el niño pedía ayuda con las fuerzas que le quedaban, logró salir de entre las paredes que lo tenían atrapado, y que antes llamaba hogar, para abrazar fuertemente a su madre entre sonrisas, llanto y terror.
Yigit es uno de los cientos de milagros que están surgiendo en medio de la tragedia, pues ruedan en las redes sociales videos e historias de bebés, madres y familias enteras que logran reencontrarse tras el inclemente y aterrador paso de las horas.
No todas las historias son felices. En las calles también se ven miles de personas que aún no encuentran a sus seres queridos. Algunos parecen ya haberse rendido, mientras otros con sus propias manos escarban entre el cemento, y los hierros.
Mientras tanto, las autoridades ya cifran los fallecidos en más de 12 mil y los heridos en al menos 60 mil, al tiempo que sigue indeterminado el número de personas desaparecidas.
En Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdoganreconoció que inicialmente las autoridades tuvieron problemas en las tareas de rescate. 'El primer día hubo algunos problemas, pero el segundo y hoy (ayer) las cosas están bajo control. Empezaremos a retirar los escombros y nuestro objetivo es reconstruir las viviendas de Kahramanmaras y las otras ciudades afectadas en el plazo de un año', prometió.
Además, Erdogan anunció ayudas económicas para las víctimas por valor de 10.000 liras turcas (495 euros/530 dólares) por persona damnificada.
No igual es el panorama en Siria, donde en lugares como la aldea de Melkis, en las áreas opositoras del noroeste, varias familias aguardan alrededor de hogueras improvisadas junto a los edificios destruidos por los terremotos, a la espera de que los equipos de rescate encuentren a sus seres queridos desaparecidos en la tragedia.
Según datos difundidos ayer por la agencia oficial de noticias siria SANA, más de 293.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares solo en las áreas controladas por el Gobierno de Bachar al Asad, en las que se han habilitado hasta el momento 180 refugios.
En la ciudad de Alepo, capital de la provincia homónima y una ciudad actualmente en manos de Damasco, Almira (nombre ficticio) ha pasado cada noche desde el sismo en el interior de un vehículo.
'De vez en cuando, alguien dice que viene en camino otro más grande y no sabemos qué hacer más allá de ir a la iglesia de al lado de nuestra casa (...) o, cuando está muy llena, a otra zona en la que la gente aparca los coches en fila y todo el mundo se sienta dentro', relató.
Anoche, ella y el resto de ocupantes de su vehículo pudieron sentir dos nuevas réplicas. 'No hemos dormido en dos días y todos tenemos gripe por el frío, hace mucho frío', lamentó Almira. Afirma que en Alepo solo las iglesias y mezquitas están repartiendo ayuda, y que muchos vecinos que optan por acampar en los coches ante el miedo a nuevos derrumbes lo hacen en los aparcamientos de las escuelas de la ciudad.
Por otro lado, cerca de una veintena de colegios permanecen abiertos para acoger a los vecinos de la urbe cuyas casas se han venido abajo o han sufrido daños que amenazan la estabilidad del inmueble. No hay refugios, ni la ayuda que se promete.