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Luego de dos semanas de la crisis desatada en Venezuela por las inquietantes elecciones del pasado 28 de julio, cuyo resultado -que ratificó la victoria del líder chavista, presidente del vecino país desde hace 11 años tras dos polémicas reelecciones-, es señalado de fraudulento por la oposición mayoritaria y gran parte de la comunidad internacional.

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El Consejo Nacional Electoral, CNE, de Venezuela, denunció haber sufrido un ataque cibernético a su sistema el día de las votaciones, lo que no impidió la proclamación de Maduro sin aportar evidencias, mientras que la oposición presentó en una página web miles de actas de votación que darían la victoria abrumadora a su candidato, Edmundo González Urrutia.

La denuncia de fraude y las protestas poselectorales -algunas devenidas en hechos de violencia que se saldan con 24 civiles muertos, según la ONG Provea- son vistas por el Ejecutivo como un golpe de Estado cibernético, por lo que ha ordenado extremar el control policial y militar.

En medio de esta encrucijada para la democracia en el vecino país, Colombia, Brasil y México han exigido que se revelen las actas, una verificación internacional imparcial, un diálogo entre las partes y la no violencia oficial en las calles, en una postura que para algunos sectores es la más adecuada y segura y para otros es blanda e incluso cómplice con el régimen.

Y 15 días después de las cuestionadas votaciones, la preocupación de muchos es que todo siga igual, con Maduro desoyendo a todos desde el Palacio de Miraflores, y la de otros es que escalen la violencia y un éxodo mayor con consecuencias humanitarias incalculables.

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Por ello, EL HERALDO consultó internacionalistas que analizan las posibles salidas de Venezuela hacia la democracia o el caos.

Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, advirtió que en este momento lo que hay es una alta incertidumbre y que lo deseable es que se dé un escenario de negociación que permita no solamente el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de los venezolanos para posesionarse el próximo 10 de enero sino que se dé además un proceso de transición de retorno a la democracia.

“Se espera que las negociaciones que están impulsando México, Brasil y Colombia, y a las que eventualmente se sumaría Chile, fueran en esa dirección. No obstante, el escenario es bastante incierto, particularmente porque el régimen en las últimas semanas lo que ha decidido es elevar la dinámica represiva y busca mantenerse en el poder básicamente por la coerción y la violencia, lo cual hace que no sea sostenible en el largo plazo: ningún régimen autoritario logra mantenerse cuando ha perdido los niveles de legitimidad que ha perdido el régimen venezolano”, indicó.

Advierte en este punto el catedrático de la Universidad de La Sabana que “el hecho de que sean los gobiernos de izquierda democrática, como Brasil, México y Venezuela, los que buscan una transición, es muy llamativo porque deslegitima un poco las narrativas del régimen”.

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Observa sin embargo que “si la negociación no suerte efecto, tenemos el escenario del colapso, que ante la imposibilidad de la oposición y del pueblo venezolano de generar la transformación, se genera una espiral en la cual el chavismo se termina desmoronando pero en la cual no haya una dinámica que permita la reconstrucción de un sistema político democrático sino que por el contrario los actores armados que tienen vida en Venezuela, no solamente los cuerpos de seguridad, intervengan para generar una situación de zozobra y Venezuela se hunda en la anarquía”.

Agrega el experto en asuntos de seguridad internacional que el segundo punto tiene que ver con que el sostén interno del régimen son las fuerzas armadas, que están absolutamente controladas por el aparato estatal que les ha concedido todos los privilegios necesarios para que se comporten como una guardia pretoriana y fiel al régimen, con el fin de generar represión, temor y sometimiento.

“Y el tercer punto es el apoyo externo, que es la gran diferencia ahora, el apoyo incondicional de dos grandes potencias que son China y Rusia”, concluyó.