De 71 años de edad es un hombre capturado en las últimas horas en Francia, y cuya historia detrás de los crímenes sexuales cometidos ha causado terror en su país y toda la extensión del ‘viejo continente’.
El hombre, jubilado hacía algunos años atrás, será juzgado por haber contratado a un grupo de hombres que abusaron sexualmente de su esposa, la cual se encontraba bajo los efectos de un alucinógeno que él mismo le había suministrado.
Junto al esposo, también son investigados unos 51 hombres que habrían participado en el abuso contra la mujer, en hechos que fueron cometidos, de acuerdo con la agencia de noticias AFP, en la ciudad sureña de Aviñon.
Fue tal el grado de sedación en el que se encontraba la mujer, que esta nunca habría sido consciente de la violación de la que estaba siendo víctima. Uno de sus abogados, Antoine Camus, aseguró a los medios de comunicación que la mujer tiene más de 70 años y se siente víctima de la experiencia “más terrible de su vida”.
Pero los hechos no ocurrieron una vez, más allá de que la mujer no puede recordarlos claramente.
Al parecer, la historia comienza, al menos, desde 10 años atrás, pero comenzó a descubrirlos a partir de 2020.
Vivieron juntos como pareja por más de 50 años, pero solo hasta 2020 comenzó a descubrir los horrores de los que el hombre era capaz, todo gracias a que este fue denunciado por un guardia de seguridad de un centro comercial que lo descubrió grabando por debajo de las faldas de tres mujeres.
El procedimiento legal indicó que era necesario revisar en la computadora del hombre, y allí aparecieron evidencias de abusos sexuales cometidos contra su esposa, que se observaba ‘visiblemente inconsciente’ en las imágenes.
Los abusadores sexuales eran reclutados por el esposo en un portal web que ya fue cerrado por la Policía francesa. En total, se contabilizaron 92 experiencias de abuso sexual en contra de la mujer, las cuales fueron perpetrados por unos 72 hombres en total, de los cuales más de 50 ya han sido identificados.
En interrogatorios, muchos confesaron que recibían ‘instrucciones específicas’ del esposo de la mujer, que era sedada con tranquilizantes como la Temesta, un medicamento formulado para el control de la ansiedad.
De hecho, el esposo no permitía que los hombres contratados la despertaran en medio de la violación. Del mismo modo, tampoco aceptaba olores a cigarrillo, loción post-afeitado o uso de ropa en el dormitorio. Para ello, debían desvestirse en la cocina y allí calentarse las manos antes de tocarla.