Gabriel Alberto Ortiz Guerra, primero toma una larga bocanada de aire, antes de comenzar a recodar aquella funesta mañana del pasado 19 de enero cuando en hechos confusos su hija de 15 años, Diribeth Ortiz Cuenta, perdió la vida por una bala perdida que se incrustó en su cuello.
Sentando en el patio de su casa en el barrio Rebolo, en el mismo sitio donde a su hija el destino le marcó la última carta, Ortiz explica cómo han sido para él estos 36 días enfrentando la ausencia y el vacío que dejó la menor de sus tres hijas.
'Esto es muy duro, mi vida me ha cambiado en todo, esto me tiene desmotivado, desanimado; ella era como mi mano derecha, la ‘pechichona’. No tener a mi niña conmigo es algo muy fuerte que no se lo deseo a ningún padre', expresó con la mirada perdida y el alma ausente.
Gabriel Alberto es un obrero que trabaja 8 horas nocturnas como auxiliar de bodega en una empresa avícola de la ciudad y hoy lo único que le pide a la vida es que se haga justicia y la muerte de su hija no quede impune.
'Mire que cosa más triste: ella soñaba con terminar rápido su bachillerato para hacer una carrera en la Policía; y precisamente fue un policía el que me le quitó la vida', esbozó con una tristeza profunda que se adivinaba en la humedad de sus ojos.
El doloroso recuento. de los hechos. Ortiz Guerra recordó que el pasado 19 de enero, poco antes de las 11 de la mañana, él se encontraba con su suegro, su actual pareja y con su hija en el mismo patio, conversando y esperando a que se terminara de lavar una ropa que tenían en remojo.
Afuera, enfrente del portón que da hasta el patio, un grupo de muchachos del barrio sostenían una discusión con algunos policías del cuadrante que en ese momento realizaban un procedimiento.
'Estábamos aquí tranquilos hablando y en eso yo escucho el escándalo, me levanto enseguida y cierro el portón porque no quería que los pelaos se me metieran acá; me vuelvo y me siento. Yo no sé qué estaba pasando afuera', recordó.
Según Ortiz cinco minutos después escuchan el estruendo de un disparo que altera a todos los allí presentes. 'Me paro de la silla, se escucha otro disparo y la hija mía me dice: ¡papi, mira lo que me pasó! Lo que veo es un chorro de sangre que le está saliendo del cuello; le pongo la mano ahí y la sangre no se para. Le dije a mi señora: ¡cógeme a la niña que me la mataron!'
De acuerdo con Ortiz, él se movilizó de inmediato hasta el portón y, en medio del desespero, lo tumba porque no hallaba la manera de abrirlo.
'Cuando salgo encuentro a uno de los policías con el arma en la mano que está mirando para acá (hacia el patio) y le grité: ¡me mataste a mi niña! El tipo estaba con la pistola en la mano y yo le dije: ¿qué?, ¿me vas a matar a mí también?'
Diribeth Ortiz fue traslada hasta el Hospital Barranquilla por su madrastra donde finalmente llegó sin signos vitales, mientras su padre se quedó discutiendo con los agentes hasta que la situación se hizo incontrolable, debido a la airada reacción de la comunidad que la emprendieron a piedras contra los uniformados.
Clamando por justicia. 'A mí me dicen que ese policía sigue activo, lo único que han hecho es que cambiaron a todos los del Cai de Rebolo, después del problema y más nada', indicó.
Ortiz asegura que su caso ya está en manos de un abogado y el pasado 18 febrero se cumplió la primera audiencia donde fueron llamados a declarar la denunciante Yuranis Niño, prima de la joven fallecida, el mismo Ortiz y dos personas más que fueron testigos de los hechos.
'La audiencia se hizo con un juez penal militar, escucharon a los testigos en la entrevista donde contaron los hechos. Ahora toca esperar una segunda audiencia, programada para el otro mes. Una persona que hizo un daño como ese, no puede andar en la calle y menos portando un uniforme', aseguró Wilmer Viñas, tío de Diribeth.
'Mi hermana me hace mucha falta, aunque sea para pelear, porque nosotras pelábamos mucho, pero nos queríamos. Mi hermanita no se merecía una muerte así. Mi mamá está todavía muy mal, no quiere comer ni nada', aseguró Yuli Gabriela Ortiz.
'Cada vez que veo su ropa y su foto me pongo a llorar. Es que ella era una pelaíta tranquila, juiciosa, que no le gustaba la algarabía, ni la rumba y le gustaba el estudio, pero me la mataron, me mataron a mi niña', reiteró este padre adolorido que hoy se aferra a los recuerdos y a la posibilidad de que los responsables de ese dolor que le empaña el alma paguen por el crimen cometido.
En qué va el proceso
La Fiscalía 39 Seccional de la Unidad de Vida adelanta una investigación por la muerte de la menor. La Fiscalía General de la Nación, a través de su delegado, está recolectando elementos materiales probatorios y evidencias físicas e información legalmente obtenida que ayude al total esclarecimiento de los hechos. Además, el despacho está a la espera de que Medicina Legal envíe los dictámenes periciales de necropsia y de identificación fehaciente de la víctima, los cuales, junto a los resultados de las demás labores investigativas adelantadas, serán valoradas a fin de identificar el autor o posibles autores del hecho y la calidad de los mismos.