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'Con semejante historia lamentable y nos hemos quedado solos'. Así se expresa Geraldine Otero Hernández acerca de las consecuencias del incendio de hace un par de meses en Fundación, Magdalena, en el que 33 niños murieron.

Ella vive en carne propia la tragedia a raíz de la muerte de su hermana Yelena, de 13 años, y de las lesiones que sufrió su madre Rosiris Hernández Ávila, una de los adultos que viajaba en el bus incinerada y quien sigue hospitalizada.

La joven sostiene que se encuentra en una difícil situación debido a los gastos que ha tenido a raíz del traslado de su mamá desde Fundación a la clínica Reina Catalina, en el norte de Barranquilla, y por la falta de apoyo en que las autoridades locales, según dice, han dejado a su familia con el pasado del tiempo.

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La foto de Yelena en el celular es uno de los recuerdos que guarda Geraldine de su hermana fallecida por el incendio.

Según Geraldine, su mamá se encuentra en condiciones críticas en el centro asistencial, hasta el punto de haber sobrevivido a tres paros respiratorios. Todos los días requiere de pañales y cremas que no están dentro del plan de salud que la cubre. Cada día que pasa -menciona- tiene que buscar la forma de conseguir estas cosas.

'En una oportunidad la alcaldesa de Fundación nos ayudó, pero luego quedamos solos acá en Barranquilla. Lo único que nos dan ahora es el hospedaje, pero de resto estamos solos y nosotros somos muy humildes', agrega la joven, que tiene que pasar largas jornadas en la sala de espera de la clínica, a pesar de que tiene 4 meses de embarazo.

Sobre la tragedia. Cuenta Geraldine que su madre resultó con quemaduras de segundo y tercer grado en manos y rostro, en el intento por salvar a los niños que viajaban con ella en la buseta.

Rosiris ayudó a salir a muchos pequeños, incluso a su hija Yelena, que luego murió en un centro asistencial. Por esta acción, la mujer, de 42 años, se quemó también las vías respiratorias, situación que no ha podido superar.

'Aunque está consciente, mi madre no habla, pues le hicieron una traqueotomía. Y es muy difícil que se comunique por señas debido a que sus manos aún guardan ese calor de las quemaduras'.

Añade Geraldine que Rosiris asistía los domingos a la iglesia evangélica en calidad de tutora de los menores, y allí les enseñaba a estos la palabra de Dios y una que otra manualidad.

La tragedia del 18 de mayo

Una tragedia sin precedentes sacudió al municipio de Fundación el pasado 18 de mayo. 33 niños murieron calcinados y unos 10 más resultaron heridos, al quemarse la buseta que los transportaba en el barrio Altamira, a dos cuadras de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, a donde habían asistido minutos antes.

Los menores, entre los 2 y 13 años, hacían parte de un grupo que recibía enseñanzas bíblicas de la iglesia evangélica ubicada en la calle 22 número 8-33 de la población. En el vehículo también viajaba Rosiris Hernández, tutora; Jaime Gutiérrez Ospino, conductor, y Manuel Salvador Ibarra Plaza, líder espiritual. Los dos últimos están presos.