Compartir:

–El Amigo (alias el Señor) dice que le ofrece cuatro mil (millones de pesos), pero que no le deje caer eso. Ayúdenos, hay muchos ojos encima.

El mensaje enviado a través de correos encriptados, por un BlackBerry traído especialmente de Europa, reflejaba el desespero que mostraban, en la mañana del 8 de abril pasado, los cabecillas de una red de narcotraficantes ante el eventual decomiso de un cargamento de cocaína. Ellos le escribían a un coronel de la Policía, su nuevo contacto en el Puerto de Cartagena, sin sospechar que era un agente encubierto.

—Ustedes tienen huevo, no me dicen las cosas completas y ahora estamos voltiando. Los gringos están aquí pendientes; ya se mandó (el contenedor) por escáner y Julián va a ir a esa actividad, pero eso no se maneja así. Además, no me dijeron nada y se pusieron a jugar a mis espaldas.

Al final de la revisión, la Policía Antinarcóticos y la DEA lograron el tercer decomiso del alcaloide más grande en Colombia: 6.910 kilos de cocaína avaluados en 691 millones de dólares –cerca de 1,4 billones de pesos– en el mercado de las drogas en Europa.

El alijo, camuflado en el contenedor TCLU 448573-6 entre 456 cajas que llevaban frascos con trozos de piña en almíbar, iba a ser embarcado en el buque Espíritu de Hamburgo. Su destino era Alemania, haciendo tránsito en el Puerto de Rotterdam (Holanda).

Los detalles de la operación, revelados por la Fiscalía General en las audiencias de legalización de captura, imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento, forman parte hoy del expediente al que tuvo acceso EL HERALDO, el cual ayudaron a elaborar investigadores de la DEA de Estados Unidos y la Embajada Británica.

La Patrona, clave

Las primeras capturas conocidas hace nueve días causaron revuelo en el país porque uno de los ocho detenidos fue el coronel Néstor Maestre Ponce, quien para los días del hallazgo era comandante de la Policía Antinarcóticos - Regional 8, con sede en Santa Marta, paradójicamente la encargada de luchar contra las mafias en la Costa.

Las pesquisas surgidas por la incautación en la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena se extendieron a Barranquilla, Santa Marta y Bogotá. Así se descubrió que, desde antes, la narcored tenía en su nómina a funcionarios portuarios, más de una empresa fachada, y policías de distintos grupos y rangos.

cartagena nov 4 de 2014 Siendo las 7 y 45 de la maÒana en un camion llegaron varios de los policias implicados y la unica mujer del grupo a los jusgados del la plazoleta de telecom en Cartagena ,donde se realizan los hechos. foto wilfred arias.

Las audiencias a los capturados se hicieron el viernes, martes y miércoles en Cartagena.

La operación que frustró el envío de droga se inició en marzo. Agentes de la DEA alertaron a la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional de dos líneas telefónicas usadas por una persona apodada La Patrona para coordinar el envío de un gigantesco cargamento de droga al exterior.

Las sospechas se confirmaron antes del 25 de marzo, gracias a un oficial que laboraba en el Puerto de Cartagena, quien informó haber sido contactado por la mujer 'a fin de que dejara pasar una gran cantidad de cocaína'.

La oferta se concretó en una reunión hecha en un local de Juan Valdez. Allí, La Patrona le explicó los pormenores de la operación, qué tipo de ayuda requería la organización y que se le pagarían $2.000 millones para que no hubiera inconvenientes con el contenedor contaminado. De antemano, al oficial le obsequiaron $100 millones por asistir al encuentro.

A los cinco minutos de iniciada la charla llegó a la mesa un hombre vestido de civil, a quien el agente reconoció como miembro de la Policía. Era alias Pichi o Mascancán, sargento retirado con experiencia en el grupo de antinarcóticos. 'Soy el encargado de hablar con usted y de entregarle un detalle ($100 millones) del Señor', le dijo.

El objetivo de la red era pasar en un año cuatro contenedores hacia Europa. Y por colaborarles al agente le tocarían $1.000 millones por envío y $1.000 millones más cuando la mercancía arribara a su destino. Es decir, $8.000 millones en total. 'Pero, si quiere, podemos darle más. Pida lo que quiera', agregó Mascancán.

En el círculo rojo, el teniente coronel Néstor Enrique Maestre Ponce, durante el operativo en el que la Policía capturó en abril de 2009 al exparamilitar y narcotraficante Daniel Rendón Herrera, alias don Mario.

El uniformado, sin embargo, le reviró y dijo que su presencia no había sido anunciada por La Patrona, identificada tras la captura como Sandra Jiménez Hoyos. El oficial les dijo que las condiciones consistían en que solo hablaría con el coronel Maestre como había dicho la mujer, quien le anunció que este le entregaría los $100 millones y un celular para comunicarse con los narcos. 'No con intermediarios; no le recibo nada. Háblese con el coronel Maestre para que me llame', insistió él.

Con esa información, la Dirección Nacional de Fiscalías expidió el 31 de marzo la resolución 0071 y cubrió con investidura de agente encubierto al oficial, por un periodo de seis meses.

Aparece 'el Papa’

A las 7:30 de la mañana del 1° de abril, el agente encubierto se reunió con Maestre, que era su comandante, en una estación de gasolina en las afueras de Santa Marta. 'Le tengo un encargo. Tranquilo, es gente de confiar', fueron sus palabras, según el testigo, para que entrara en confianza.

Allí acordaron reunirse antes de mediodía en la base Antinarcóticos de la Policía, conocida como La Remonta en la capital del Magdalena, para la entrega del celular. A las 11, el infiltrado llamó a Maestre, pero este le respondió que estaba 'ocupado con el mono', refiriéndose a una reunión que sostenía con el coronel Jaime Alberto Barrera, subdirector nacional de Antinarcóticos, y un alto mando de la DEA.

A los 38 minutos, Maestre le devolvió la llamada y le preguntó dónde estaba. 'En el hangar pequeño', le contestó el agente. 'Ya le llego', le dijo.

Maestre, que al interior de la banda era apodado Papa o Papá, apareció cuando el encubierto conversaba con otros policiales. 'Venga, necesito un favor', le dijo y lo llevó a la parte trasera del hangar de helicópteros. La conversación quedó grabada en un reloj con cámara y un encendedor con grabadora de voz.

'El teniente coronel habla con voz bajita, trata de ocultar eso, por si alguien pasa no lo escuche. Eso es propio de las conversaciones clandestinas, fraudulentas', dijo el fiscal en las audiencias realizadas el viernes, martes y miércoles ante el juez 16 Penal Municipal, en Cartagena.

'Todo es muy encriptado. Usted le hunde acá: (tecla) alt; 1, 2, 3 y listo, ya entró. ¿Si entiende? Siempre alt, 1, 2, 3, T, Y, U, y este man (Pichi) siempre está', le explicó Maestre Ponce al agente.

El móvil entregado por el jefe de la Policía Antinarcóticos en la Costa fue un BlackBerry blanco, con una tarjeta sim de T-Mobile, traído de Europa y que funcionaba con la plataforma Ennetcom. Sus conversaciones no son a través de mensajes de chat, sino por correos encriptados que 'una vez son leídos, pasa al siguiente (correo) y el anterior se borra'.

Maestre le insistió en que siempre usara el código, tanto para leer y enviar los mails. De lo contrario, no estaban cifrados. 'Esta mierda es lo más seguro que hay en la vida', aseguró confiado.

Antes de irse, el agente pregunta por la 'otra cosa' que le habían prometido, los $100 millones. Maestre le respondió que los tenía Pichi; le explicó que lo conocía hacía 'muchos años' y lo calificó como una 'persona seria'. 'Usted es el que manda aquí la parada, no se preocupe que yo le cuido la espalda, y usted mete todo', le prometió el infilitrado. El diálogo entre oficiales finaliza con el anunció del testigo para que Maestre le informe a Pichi para encontrarse en la vía Santa Marta-Ciénaga.

El general recibió

El encuentro entre el oficial y Mascancán se concretó en el kilómetro 84, frente a Pozos Colorados, al interior de un auto Mazda 3 blanco.

Los $100 millones le fueron entregados al agente en una caja verde de zapatos Lacoste, que contenía 20 fajos de 100 billetes de $50 mil, o sea, cada uno con $5 millones, envueltos en bolsas plásticas transparentes. Las autoridades comprobaron que eran originales y legítimos.

La cita sirvió para que Pichi le confiara al oficial los pormenores de la operación, que al Puerto de Cartagena llegarían cuatro contenedores, pero solo uno llevaría la cocaína. Además, le dijo que estaba tratando con una 'empresa' de experiencia, que tenía rato en el negocio del narcotráfico y que ellos trabajaba con varios policías.

El coronel Néstor Maestre Ponce, exjefe Antinarcóticos de la Regional 8 de la Policía.

El enlace con la banda le deja claro la necesidad de 'sacar de la sala de análisis al capitán Baena', subcomandante de la Compañía Antinarcóticos de Cartagena, para que el contenedor no tuviera inconvenientes. Y lo sorprende además expresándole que en ese área ya tienen 'a un pelao' –el patrullero analista Julián Edgardo Díaz Lozano, capturado– quien 'ya se sentó con El Señor' y trabaja 'desde hace tiempo' para la organización.

Pichi le comenta que un 'general Patiño' ya ha recibido $3.000 millones. 'Eso está coordinado con Bogotá', le dice. En la audiencia, el fiscal advierte ante el juez que no han podido determinar la identidad completa del alto mando mencionado y si es cierta dicha afirmación.

'A veces lo dicen para generar confianza, no sabemos. Igual, el suscrito no puede investigar generales, es competencia de la Corte Suprema de Justicia', sostuvo.

El infiltrado también queda boquiabierto al saber que el enlace mafioso le asegura, riéndose y sin dudar, que esté tranquilo, que 'el pelao' (Diaz) estará en la sala de análisis cuando lleguen los contenedores.

'¿Cuántas veces han goleado en esto?', le indaga. Pichi solo suelta una risotada que, para el fiscal, pone en duda qué tan confiables son los sorteos que se hacen en los puertos del país para asignar roles de los policías que conforman las salas de análisis y controles dedicadas a combatir el envío de cargamentos de droga.

Mascancán le dice al oficial encubierto que la organización prefiere las exportaciones a Europa, para evitar cualquier contacto con la DEA, seguimientos y extradiciones. 'Para el otro lado no y con los monos (DEA), menos', le manifiesta.

En el auto se acuerda además que el pago de los $2.000 millones se hará en dólares, en una cuenta en el exterior donde el agente quiera.

'Cada kilo de esa droga cuesta 100 mil dólares en Europa, por siete toneladas son 700 millones de dólares, que en Colombia son 1,4 billones de pesos. Quiere decir que $2.000 millones eran una bicoca, algo ínfimo, comparado con lo que se iba a ganar', afirmó el fiscal ante el juez.

La incautación

Los cuatro contenedores a nombre de la comercializadora internacional C.L.R. Globales Limitada, ingresaron al Puerto. De inmediato se prendieron las alarmas de las autoridades.

El Centro Nacional de Selección de Objetivos (Censo) de la Policía, en Bogotá, alertó a la sala de análisis en el Puerto de Cartagena de las sospechas de la DEA y los británicos. Pese a ello, el patrulleros Emiro Samuel Molina Urzola, sincelejano –también capturado– envió tres de los contenedores a inspección física y el TCLU 448573-6, que tenía la cocaína, a aproche físico.

'Aproche significa que se abren los contenedores por la única puerta que tienen, se mira rápidamente si hay contaminación y si no se ve nada, se cierra como si no existiera nada', explicó el fiscal en la audiencia.

Al no existir ningún resultado en las pesquisas en las instalaciones portuarias, el 8 de abril en la mañana agentes de la DEA llegaron y pidieron pasar por escáner todos los contenedores que iban a ser embarcados ese día.

Entonces comenzaron los problemas para los patrulleros Díaz y Molina que avisaron a Pichi lo que estaba sucediendo. 'Los gringos están acá y andan con el cuento de que entró algo al puerto'.

Entonces la prioridad de los dos era proteger que el contenedor con la cocaína no fuera escaneado y mucho menos abierto. Díaz sabía que el alcaloide iba al final del contenedor, que del metro 1 al 6 estaban hasta el techo con las cajas que llevaban los frascos de piña en trozos, y del 6 al 12 estaba toda la cocaína.

Cuando desde Bogotá se ordenó pasar todos los contenedores por escáner, los temores se acrecentaron entre los cabecillas mafiosos que estaban en contacto con el oficial encubierto pidiéndole que no permitiera que se hiciera ese procedimiento al TCLU 448573-6. Alias Pichi, quien en los correos encriptados figura como El Grande le confirma al oficial infiltrado el número del contenedor y le dijo en un mensaje. 'Mire, señor, lo que tenga que hacer, hágalo, pero eso no se puede caer, porque qué problema ni el hp. Que el Señor le sube a lo suyo'.

'Hermanito, es ese al que más ganas le tienen', le respondió el infiltrado, quien insiste en que poco o nada puede hacer por evitar que el contenedor contaminado sea llevado inspeccionado. 'La orden me llegó de Bogotá'.

En ese momento, el coronel Maestre reaparece en escena y le pregunta a su subalterno qué acontece. Al saber lo que sucedía señala: '¿Uy, compadre, qué hacemos ahora?'. El infiltrado insiste en que la orden de que se haga control completo se la dio el coronel Jorge Valero, comandante general de Puertos y Aeropuertos.

'Viejo, dele manejo, nos pueden es fregar. Toca tener cuidado con esa cosa', señala Maestre y deja ver su temor por las consecuencias de una posible incautación, tanto con sus superiores como con los propietarios del cargamento. 'Le recomiendo, por fa, yo no quiero tener líos ni con los unos y los otros'.

Pichi, entonces, le insiste al agente encubierto en que alias El Señor le duplica su pago a $4.000 millones si evita la inspección de la Policía Antinarcóticos, la DEA y los británicos. 'Estamos en sus manos', le dice por correo.

El oficial muestra entonces su molestia al sentir que lo culpa de lo que sucede. 'Esa mierda se les cayó en sus manos. Más de cuatro toneladas y me iban a arreglar con dos mil. Muchos hp', además 'su mensajera (Sandra Jiménez) me habló de una tonelada, no de más de cinco'.

Qué casote, lo felicito

Tras el decomiso, Maestre Ponce y el oficial hablaron por WhatsApp por sus celulares de servicio. Como si nada supiera, el jefe Antinarcóticos le pregunta cuánto dio el positivo.

'Mi coronel, todavía estoy contando, pero creo que pasa de seis toneladas', le respondió el agente encubierto. 'Uy, viejo, qué casote. Bastante la cosa. Lo felicito, excelente trabajo', le dice.

Con la droga en poder de las autoridades, la narcored suspendió sus comunicaciones. Solo quedaron en contacto el agente encubierto con el patrullero Díaz, quien 'siempre tuvo el contacto directo' con la organización. Inclusive, el suboficial Molina 'se perdió' por un tiempo. 'Pichi y Maestre deciden botar los celulares, así mismo no volvieron a tratar el tema ni a conversar con el agente encubierto por estos teléfonos encriptados', dijo el fiscal en la audiencia

Una llamada que captó la atención se dio el 25 de abril, a través de una de las líneas interceptadas a Sandra Jiménez, también apodada la Señora o Hermosa. La mujer conversa con alias el Ñato sobre la incautación y señala que 'el Negro nada que aparecía'.

Otros diálogos del 12 de mayo muestran también el desespero de Díaz por el dinero que cada uno había recibido, y el temor a que los dueños de la cocaína exigieran su devolución.

Para ese día, el teniente coronel Maestre Ponce ya había pedido vacaciones. Luego vino su traslado como subcomandante de la Policía en Cauca. El oficial, quien como comandante de la Policía Antinarcóticos no apareció en la rueda de prensa en Cartagena para anunciar la multimillonaria incautación, esperaba que la institución aceptara su solicitud de retiro voluntario. No le fue concedida. Días después, fue capturado.

Distinciones

El coronel Néstor Maestre Ponce tiene en su hoja de vida condecoraciones por su participación en los operativos de capturas de los narcotraficantes y exparamilitares Miguel Mejía Múnera, el ‘Mellizo’, en 2008; Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, en abril de 2009; y Dúmar de Jesús Guerrero, alias Carecuchillo.

En 2002, el oficial vallenato fue subjefe de la Seccional de Inteligencia de la Policía (Sipol) del Atlántico, cargo por el que afrontó una investigación disciplinaria por incremento injustificado de patrimonio y nexos con Autodefensas, pero no se le comprobó y continuó su ascenso en la Policía Nacional.