'El tiburón, oeh, oeh, oeh, Villa eeeeh. El tiburón, oeh, oeh, oeh, Villa eeeeh', cantaba ayer un grupo de aficionados del Junior en las afueras de la Clínica Campbell, sede Malambo.
Eran las 4 de la tarde y los jóvenes estaban componiendo un cántico a Eduardo José Villa Mantilla mientras esperaban que les permitieran la entrada para visitar a Aramis Torres. El primero fue uno de los dos seguidores del Junior que fallecieron el pasado domingo tras accidentarse el bus en el que viajaban hacia Barranquilla.
Torres, apodado el Morro, es uno de los 25 hinchas que volvieron a la ciudad el lunes en la noche, con la protección de la Policía. El joven ingresó ayer a las 9 de la mañana; de acuerdo con el diagnóstico médico sufre una fractura en el antebrazo izquierdo y necesitará un platina.
Familiares del barrista contaron que a Torres 'no lo atendieron bien, solo le pusieron una gasa en la herida y lo entablillaron'.
A la clínica llegó también Michael Mejía, otro de los sobrevivientes del accidente. Enseguida los jóvenes que cantaban, que se identificaron como miembros del parche los Monjes, lo rodearon para que les contara detalles del siniestro, del que salió con apenas unos golpes en las costillas.
Mejía, un joven de 17 años de cabellos largos y vestido con suéter y zapatos rojos, empezó por decir que desde que comenzó el viaje sintió que 'iba para mal'. Una indigestión por unos chuzos fue el presagio de que el recorrido hasta Floridablanca a ver el partido de Junior contra Alianza Petrolera sería 'trágico'.
Las sensaciones de Mejía empeoraron cuando el bus de placa UVO-942, adscrito a la empresa Busservi del Caribe, se varó en el municipio de Rionegro, a unos 40 kilómetro del lugar del encuentro. 'El bus andaba con dos cambios nada más. Cada uno pagó 60 mil pesos y nos dieron un bus viejo', expresó el barrista.
El retraso por falta de gasolina en el vehículo impidió que llegaran al partido, que terminó 0 a 0. La Policía detuvo el bus en Bucaramanga 'porque había muchos hinchas de los ‘bucaros’, y había que evitar problemas'.
Sin haber visto a su Junior del alma, los 40 fanáticos tomaron el camino de regreso a Barranquilla.
'El conductor (identificado como Giovanny Jiménez Coronado) decía que estaba cansado, por eso el Villa iba hablando con él, para que no se durmiera', relató Mejía a sus amigos. A Edwardson o el Pale, como era conocido Villa, le ganó el sueño pero los demás barristas estaban 'inquietos'.
'En la primera vuelta yo le dije a los pelaos que se agarraran de la varilla del techo y el bus se fue al precipicio', explicó el joven.
Luego de chocar contra dos árboles todo fue confusión. Por el impacto, Mejía se soltó de las agarraderas y se golpeó en las costillas. Escuchaba los gritos de sus amigos llamándose entre ellos, algunas de las mujeres llorando y todos tratando de salir.
'Vi al Villa tirado y salí por una ventana. Afuera una de las peladas gritaba que estaba ciega. Intentamos parar los carros que pasaban para que nos ayudaran y las ambulancias apenas llegaron a la una de la mañana', soltó rápido Mejía, como tratando de salir del recuerdo. Pero pesar de lo que sufrió Mejía no duda en responder que volvería a viajar para apoyar al Junior.
A las 4 de la tarde familiares de Erick Barbosa, el otro hincha de Junior fallecido en el accidente, recibieron ayer su féretro procedente de Bucaramanga. El cuerpo del joven de 23 años fue recibido ayer en medio de cánticos y lágrimas de allegados e hinchas del Junior, que lo velaron en su casa del barrio San Nicolás, en Barranquilla.
Para la mañana de hoy está prevista la llegada de los restos de Villa. Los dos sepelios se estarían realizando hoy mismo.