Edith Barrios Pájaro tiene 21 años, es cartagenera, con novio y una familia que aunque le ha dicho que es riesgoso lo que hace, la apoya todo el tiempo. Su sonrisa amplia contrasta con la rudeza que refleja su atuendo: overol negro cubierto con protectores en piernas, brazos y pecho, un casco, y el escudo y la tonfa o bastón policial.
Ella es una de las veinte mujeres que integran hace una semana el primer grupo femenino del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, de la Policía Metropolitana de Barranquilla. Está preparada para atender motines, bloqueos o cualquier otro evento masivo que requiera intervención policial, pero también tiene –aunque pueda verse contradictorio- la misión de acercarse a la gente a través de actividades comunitarias.
Pese al sudor que corre por su rostro maquillado tenuemente, se mantiene impávida bajo el sol, al igual que sus compañeras, a la espera de las órdenes de su comandante, la intendente Gloria Torres, vinculada desde los 19 años a la Policía. 'Autocontrol, primero que todo', es la recomendación en la que más enfatiza la superior.
Barrios estuvo un año en la escuela de formación policial antes de sus primeros seis meses como patrullera. Al momento de escoger una especialidad le llamó la atención el Esmad porque -afirma- 'es la fuerza de la Policía', aún con la lluvia de críticas que suelen despertar algunos procedimientos.
Pasó mes y medio en el Centro de Operaciones Policiales (Cenop), en el Tolima, con entrenamiento físico diario a la par de los hombres, en el manejo de multitudes. También fue formada en derechos humanos, uso racional de la fuerza y manejo de los niveles de tolerancia.
'Allí el clima es parecido al de aquí –cuenta-, y pasábamos con el protector desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos, a veces no nos lo quitábamos porque nos enseñan que no es como la ropa sino que hace parte de nuestra vida, nos salva de muchas cosas, es nuestro refugio'.
Tras finalizar el curso estuvo en Bogotá (marzo de este año), desde donde el mando institucional la incluyó en el grupo que vendría a Barranquilla. Cuarenta jóvenes más fueron asignadas a Medellín y Cali. Del grupo que llegó a la capital atlanticense hacen parte dos barranquilleras, dos nacidas Manizales, dos de Cúcuta, una bogotana, otra oriunda de Funza, Cundinamarca, y el resto de otras zonas de la Costa Caribe .
La cartagenera ya ha tenido que enfrentarse a manifestaciones, entre estas la de mayo pasado en la Universidad Pedagógica, en Bogotá. 'Uno al principio llega con nervios. Después la adrenalina se apodera más de uno que los nervios, entonces hay que estar pendientes de protegernos y también de proteger a la comunidad', reconoce.
Igual ha presenciado desalojos de predios, momentos que califica de tristes porque -sostiene- 'de todas maneras somos seres humanos', mas advierte que 'debemos acatar las órdenes'.
La patrullera Barrios está segura de que la imagen de las mujeres puede ayudar a frenar la agresividad de la gente durante las alteraciones de orden público, y dice que justamente eso es lo que quiere Policía que 'la comunidad vea que estamos prestas a escuchar y atender antes lo que requiera'. Y al igual que en los disturbios, en las labores sociales no falta quien les diga: 'Ahí vienen los Robocop', pero, explica Edith, todo cambia cuando interactúan con los ciudadanos, 'se dan cuenta que también somos muy sensibles'.
La comandante del grupo piensa lo mismo. Para ella la mujer es muy astuta para lidiar cualquier situación, sin importar el horario en que sea requerida. En su caso particular dice que olvida sus funciones en el Esmad -al que está vinculada hace 4 años-, cuando llega a casa. 'Allí soy únicamente mamá y esposa, aunque siempre estoy presta a que en cualquier momento, de noche o de madrugada me llamen, y salgo a cumplir mi responsabilidad'.
Hace cinco años. Son 102 patrulleras las que integran el grupo femenino el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional en el país, junto a otras 10 policías de cargos superiores que están al mando. El primer contingente de mujeres ingresó en 2010. Tenían sede solo en Bogotá y desde allí eran trasladadas temporalmente para cumplir otras misiones.