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El dragoneante Freddy Patiño firmó la planilla del detenido Federico Hamburger, se la extendió para que él la firmara y le recomendó que siguiera con el buen comportamiento que hasta esta tarde de junio había llevado como 'preso domiciliario' en el área metropolitana de Barranquilla.

Eran apenas las 9 de la mañana y el sol se desplomaba casi con rabia sobre el techo de zinc de la casa del preso, ubicada en las afueras del barrio Las Flores.

Salió sudoroso de la estrecha vivienda donde vive Hamburger, detenido en su casa por microtráfico. Cuando iba a abordar la moto del Inpec en la que realiza los recorridos diarios, miró el listado de presos que le tocaba supervisar ese día. Quedó abatido sobre la parrilla de la moto.

Él, con su compañero de la motocicleta, tiene que responder por 2.585 internos de la Cárcel Modelo, que están vinculados al programa de detención domiciliaria y la jurisdicción cobija todo el departamento del Atlántico.

'Para paliar los recorridos programo cien visitas por día, teniendo en cuenta algunas prioridades, pero ya no podemos más, porque no sólo se trata de visitarlos a ver si están cumpliendo con la detención en sus casas', declaró el dragoneante Patiño.

Los turnos de los cuatro trabajadores del Inpec inician a las 7 de la mañana y culminan a las 7 de la noche. Dicen no tener personas que los reemplacen en caso de enfermedad.

Fredy Patiño Hernández es el coordinador de detenciones domiciliarias de la cárcel Modelo de Barranquilla. Es instructor de régimen interno y el encargado de elaborar las visitas domiciliarias, un programa que por estos días está en el ojo del huracán por las escandalosas garantías que el mismo brinda a delincuentes de alta peligrosidad.

Una cárcel más

Pero él y su compañero de la motocicleta debe responder en realidad por 2.885 internos que tiene en estos momentos la cárcel Modelo de Barranquilla dentro del programa de detención domiciliaria.

'Tratamos de cumplir a todos los internos de la cárcel Modelo y hacemos esta programación de cien visitas por turno para hacer lo que alcancemos en un día, pero en realidad la sobrecarga laboral nos impide estar en todos esos sitios para cumplir. En la cárcel de El Bosque el problema es igual. Otros dos funcionarios del mismo programa de visitas domiciliarias deben responder por 1.411 internos', dijo Milton Aníbal, funcionario del Inpec, regional Norte.

Los internos de la Modelo tienen el carácter de sindicados, por lo cual están cobijados con medidas de detenciones domiciliarias, algunas veces con brazaletes. En cambio, los internos de la Penitenciaría de El Bosque son presos ya condenados. De esos hay en estos momentos 1.411 terminando de pagar sus penas en sus casas. A estos se les identifica como presos domiciliarios, todos ellos deben portar un brazalete de seguridad.

Este listado fue entregado a Freddy Patiño Hernández a corte de la noche del lunes 27 de junio.

'Hay tanto trabajo que es muy posible que al señor Federico Hamburger lo volvamos a visitar dentro de seis meses o posiblemente en un año, porque físicamente no podemos cubrir toda esa responsabilidad con la frecuencia de tiempo que nos exige la ley', dijo desanimado Patiño.

Lo que explica el uniformado del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) de la regional norte es que el programa, como estrategia del Sistema Penal Acusatorio, fue diseñado para una ciudad pequeña, con una cárcel y no más 200 internos, y Barranquilla nunca ha estado en esas expectativas en movimiento carcelario.

'El programa se estancó hace años y la estrategia de la dirección nacional es la misma. Nosotros hacemos lo que podemos, aquí está, somos cuatro funcionarios para dos cárceles que tienen esa inmensa población carcelaria beneficiada. En realidad nosotros cuatro estamos respondiendo por una cárcel más. Se trata de casi cuatro mil internos regados en todo el departamento del Atlántico y tenemos para esa responsabilidad cuatro funcionarios y dos motos', dijo Patiño mientras abordaba la parrilla de la moto.

Una tarea quijotesca

En la programación interna Fredy Patiño intenta cubrir los casos de detenidos con régimen especial, pero físicamente no le cuadran los tiempos. 'Siempre nos organizamos. Salimos con cien visitas por día, algunas veces tratamos de abordar el trabajo por orden alfabético, pero las prioridades nos desbordan y terminamos corriendo de una casa a otra, porque nos topa el tiempo', precisa.

Milton Aníbal, funcionario de seguridad de la Cárcel Modelo, asegura que a esto hay que agregarle que los cuatro funcionarios deben responder, además, por las notificaciones judiciales que los internos del programa domiciliario tengan en sus procesos cotidianos.

'Tenemos domiciliarios desde Ponedera, en el sur del departamento del Atlántico, hasta Juan Mina. La ley dice que nosotros como Inpec debemos encargarnos de las notificaciones judiciales. No se pueden delegar a otros funcionarios u organizaciones. Esas notificaciones son personales y nuestra responsabilidad comprende ir a buscarlos a sus casas, llevarlos ante el juez y regresarlos nuevamente a la casa-cárcel. Entonces, después que hagamos eso, debemos proseguir con las visitas domiciliarias', denunció Patiño.

De la mano de Dios

La notificación judicial por mandato de ley es parte del proceso y requiere que el Estado garantice a los intervinientes hacer conocer pos escrito cualquier novedad que se registre. Esta debe ser personal y el procesado puede recurrir a cualquier estrategia legal para obtener la libertad si esta etapa procesal no se cumple.

'De esos 2.585 internos que tenemos, en la Modelo de Barranquilla salen en promedio treinta notificaciones judiciales diarias, todas importantes porque los presos deben ser enterados que el juez los requiere en su despacho tal día o que tienen que estar en tal diligencia o cualquier novedad dentro de sus procesos. ¿Qué podemos hacer? Pues, cumplir, tanto con una cosa como con la otra', señaló Milton Aníbal.

'Nos toca utilizar la estrategia. Nos toca, hermano, recurrir a la buena voluntad de los internos. Cuando no podemos cumplir las notificaciones, ya sea porque las domiciliarias nos tienen muy lejos físicamente, nos toca llamarlos a sus abonados celulares y notificarlos para que se presenten ellos al despacho. Muchos lo hacen de buena voluntad, otros sencillamente no van porque se han fugado o porque no les da la gana, pero es así de delicado lo que estamos viviendo en la regional Norte', aseguró Patiño.

La situación de algunos internos a quienes el sistema premia más de una vez con el beneficio de la casa por cárcel contrasta con el caso denunciado por funcionarios del Inpec, en el que ese beneficio no se otorga, pese a que los internos guardan el perfil para obtenerlo.

'No se trata de señalar un caso en particular, pero si existen muchas situaciones que se están viviendo al interior de las cárceles que nos ponen a pensar por la forma como se están entregando los beneficios', indicó Patiño.

Los guardas se refieren al caso del interno Jorge Luis Quinto, detenido desde noviembre del año 2011 por un caso de homicidio. El proceso contra este interno es manejado por la unidad nacional de Derechos Humanos y aparece como víctima un dirigente liberal del departamento del Magdalena.

Según el Inpec, Jorge Luis Quinto debe realizarse tres sesiones semanales de diálisis en una clínica del norte de Barranquilla (lunes, miércoles y viernes), es paciente diabético y requiere detención con acondicionamientos especiales por su delicado estado de salud. La dirección debió instalar un sistema de aire acondicionado en su celda.

'Por lo menos a este paciente, el asesor jurídico del establecimiento carcelario, Eduardo Badillo, ha elevado dos veces solicitud a los juzgados para que se le asigne un sitio especial de reclusión por las condiciones que requiere su estado de salud y, en dos años, no se le ha autorizado', recordó Milton Aníbal.

Según el Inpec se requieren mínimo otros cuatro funcionarios con vehículos para cubrir sólo las notificaciones judiciales y otro equipo especial para vigilar la bomba de tiempo que es el programa de detención domiciliaria en Barranquilla.