Iris Guzmán Martínez ha cargado durante dos años, un mes y 17 días con el dolor del asesinato de la mayor de sus cuatro hijas, Kellys Zapateiro, ocurrido en la estación de Policía de Manzanillo del Mar.
Cada 12 de julio, se ha convertido en un día de contrastes para ella y su familia. Pero el mismo día, con valentía, también ha logrado sacar fuerzas para celebrar el cumpleaños de su nieto, el pequeño que le fue extraído del vientre a la víctima, cuando completaba ocho meses de gestación, y que nació sano contra todo pronóstico médico.
'Mi nieto me ha llenado de mucha fuerza, pero una hija es irreemplazable para cualquier madre. Fueron dos años muy difíciles, pero he contado con el apoyo de mi familia y eso ha sido muy importante', dijo Guzmán.
El niño nació con un ojo morado, bajo de peso y con las costillas raspadas, tras sobreponerse a una cesárea artesanal realizada con una cuchilla de hoja a su mamá.
El cadáver de Zapateiro fue descuartizado e incinerado en una hoguera por el expolicía Andrés Díaz Zabaleta y su entonces pareja Josefa Cardona Ortega, después de que le extrajeron al bebé. Del crimen solo se supo porque un perro halló parte del brazo izquierdo de ella en predios de la estación.
Cardona y Díaz fueron condenados el martes por una juez a la pena máxima de 60 años de cárcel. Y aunque 'nada podrá compensar' la ausencia de su hija, Iris dice estar tranquila. 'La Fiscalía hizo una muy buena investigación y los responsables fueron condenados'.