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El joven pelinegro observa la vía a través de la ventana. El carro transita por las calles de El Bosque, barrio del suroccidente de Barranquilla donde se ha criado toda la vida, pero desconoce las cuadras que ve. Con una cicatriz en su pecho, su cuerpo se mueve de una ventana a otra cuando ingresamos a la calle 87 con carrera 8B.

La última vez que recorrió esa vía -cuenta- fue hace tres años antes de que estuviese pavimentada y una frontera invisible, establecida por las pandillas del sector, se lo impidiera. Grupos de jóvenes y niños que se enfrentan en cada aguacero para saldar cuentas pendientes y demostrar una aparente superioridad con puntería para tirar piedras y, en ocasiones, accionando armas artesanales.

El pelinegro tiene 18 años. Pide que no revelemos su identidad por seguridad, pues es integrante de ‘Los Catre’, otra pandilla del sector. Llegó hasta sexto de bachillerato, no tiene empleo y dice estar cansado de las peleas bajo la lluvia y la calle. Su cuerpo tiene marcas de puñaladas y de perdigones de un escopetazo, pero su mente, advierte, hoy no está enfocada en la violencia, sino en buscar un oficio. En 'algo para tener la cabeza en otro lado'.

'Esa vaina (pelear bajo la lluvia) ya no le veo nada de gracia. No me gusta, prefiero estar trabajando, buscar algo que me dé', dice el joven mientras ve el parque de la carrera 8 con calle 76, contiguo a la Cárcel Distrital de El Bosque. Un espacio de recreación que se ha convertido en 'zona de guerra' entre pandillas con o sin lluvia. Por lo menos cinco grupos de jóvenes y niños se enfrentan en los alrededores del centro carcelario con piedras, armas blancas y hechizas.

Durante este recorrido por las calles aledañas a la cárcel, entre los barrios Evaristo Sourdis, Las Malvinas y El Bosque, hemos evidenciado más de diez cuadrillas de jóvenes pertenecientes a pandillas del sector, en esquinas y andenes. Charlan, algunos juegan cartas y otros consumen droga sin disimulo.

'Esto está bien cambiado, pavimentado, pero lo que tienen que cambiar es la vida de ese poco de pelaos (...) Cuando veo pelaítos en malos pasos les aconsejo que no sigan esta vida. No es nada porque la que sufre es la vieja de uno', comenta el pandillero, al ver un grupo de niños jugar ‘bolaetrapo’ en la calle, una actividad común en las vías del sector.

Cuando llueve, de acuerdo con la Policía Metropolitana, entre 20 y 25 enfrentamientos se registran en al menos diez barrios de la ciudad y su área metropolitana: El Bosque, Las Cayenas, Ciudadela 20 de Julio, Siete de Abril, Santa María, Carrizal, Lipaya, Malvinas, Las Moras y Las Américas. Según reporta, ha 'disminuido' en comparación con 2005 y 2010, cuando había unas 80 peleas bajo cada aguacero.

Durante la última pelea conocida públicamente el lunes 12 de septiembre, en la carrera 1G con calle 90, barrio Santa María, Mailyn Mileth Steel Vergara, de 28 años, resultó gravemente herida con perdigones de una escopeta cuando salió a la puerta de su casa a sacar un tanque con agua de lluvia y un pandillero intentó herir a otro.

A pesar de que ya recuperó la conciencia, continúa en cuidados intensivos del Hospital de Barranquilla y su familia exige apoyo de la Secretaría de Salud para que profesionales brinden asesoría psicológica a los dos hijos de la pareja.

'La verdad yo tengo corazón para matar al que sea, después de que se me borre el casete. He pegado puñaladas, pero todavía no tengo un muerto', comenta ahora en el vehículo un integrante de la pandilla ‘Los Suicidas’, de 23 años, que se identifica como ‘El Dante’. Se expresa sin estupor alguno. Con la mirada perdida, evidenciando un estilo de vida arraigado a la violencia.

Le pregunto por qué se originan las peleas bajo la lluvia y su respuesta demuestra aún más la conducta delictiva como una forma de vida. Los enfrentamientos, explica, son una especie de 'entretenimiento bélico'.

'Peleamos porque salimos a buscar a los de las otras bandas y se forma la peñonera enseguida. Es como un ritual, siempre que llueve es seguro que se forme. Damos con todo, con machetes, con chopo, ahí pueden haber muertos, pero gracias a mi Dios siempre me han dado solo puñaladas', puntualiza, al tiempo que muestra las cuatro cicatrices en su pecho, brazos y piernas.

Con la mirada fija en la vía dice que nunca ha estudiado, que prefería irse a 'vaguear' con supuestos amigos antes de ir a clases y que llegará el momento en que lo maten o desgracie aún más su vida cuando asesine a alguien.

'Me arrepiento de haberlo hecho (vivir como pandillero) porque ahora mismo estoy en la calle, nadie me da camello por la pecueca (persona con mala reputación) que soy. Por aquí todo el mundo me conoce. Dicen ‘Ombe ese es cule pecueca, para en bandas, tirando peñón, robando y atracando a todo el que ve. Por todo esto estoy boleta, por no coger el camino que debía', manifiesta el integrante de ‘Los Suicidas’, al bajar la mirada y ver sus manos callosas. Las mismas con las que ha golpeado, apuñalado, disparado y atracado.

Asegura, otra vez con la mirada absorta, que si la Alcaldía le ofrece ayuda a él y a sus amigos se disolvería la pandilla y entregarían sus armas, pero que cada día que pasa la situación es más compleja porque en El Bosque ya hay menores de 10 años que consumen vicio, apuñalan y hasta matan por las guerras entre pandillas.

En Soledad

En una esquina de la cancha de fútbol del barrio Villa Katanga, en Soledad, Fernando Palacios, de 22 años, integrante de ‘Los Antipáticos’, nos advierte que ser estigmatizado por la comunidad es de las peores consecuencias que sufre una persona al querer vivir 'haciendo cosas malas'.

El pasado 16 de septiembre la Alcaldía de Soledad anunció la firma de un pacto de no agresión para frenar los enfrentamientos durante las lluvias y los ataques a buses de Transmetro en la calle Murillo, entre 'las pandillas' de ‘Los Antipáticos’ y ‘Los Eso Va’. La disputa empezó en marzo de este año a raíz del robo de una gorra durante una fiesta llamada ‘Nochada’ en el barrio Las Violas, donde asistieron miembros de ambos grupos.

Desde entonces cada vez que los integrantes de estos combos juveniles se encontraban, generalmente en citas concertadas a través de redes sociales durante los aguaceros, se atacaban con piedras, palos, navajas y hasta armas artesanales.

Fernando, portando una de las 150 gorras blancas que entregaron durante la celebración del acto en el colegio Iticsa, afirma que necesitan ayuda. Explica que muchos consumen drogas, desde marihuana hasta perico, y que ahora quieren ser un punto de referencia positivo para la comunidad.

‘Los Antipáticos’ nacieron hace 5 meses con la intención de ser un grupo de freestyle o rap. Es conformado por 40 jóvenes y niños, entre los 9 a 22 años de edad, y su principal punto de encuentro es la cancha de Villa Katanga.

'Cada vez que veían la lluvia era como un punto de diversión para tirarse piedras. Nos peleamos seis veces y los vecinos estaban molestos, algunos hasta nos sacaban pistolas', evoca el joven, mientras comienzan a llegar otros integrantes del grupo.

Al otro lado de la calle Murillo, en un parque que colinda con una cancha de fútbol de Villa Estadio, en la carrera 17B con 64, Luis Rafael Cassiani, integrante de ‘Los Eso Va’, advierte que ellos y ‘Los Antipáticos’ no se consideran pandillas, sino parches: grupos de personas unidas para 'pasarla relajado, bacano, para hablar de la fiesta del fin de semana y demás'.

'Una pandilla todo el tiempo está buscando cosas malas, como atracando, pero los parches piensan diferente, piensan en estudiar, salir adelante. Cada quien es libre y depende de la persona si quiere irse para la coletera o si quiere estudiar', expresa Luis Rafael delante sus amigos. ‘Los Eso Va’ surgieron en diciembre del año pasado y está conformado por 15 jóvenes y niños.

A pesar de que no se consideren una pandilla, sus actos vandálicos afectaron la vida de cientos de transeúntes durante varios meses y generaron miedo entre la comunidad. Kevin Caballero, de 24 años, fue víctima de las pedradas generadas en los enfrentamientos del pasado 21 de julio, cuando se transportaba en un bus de Transmetro. El hecho ocurrió cerca de la estación Pacho Galán. Una piedra impactó una ventana, y el vidrio le cortó la frente y el tendón del dedo índice izquierdo. Siendo zurdo, esto afectó su vida laboral porque no ha podido trabajar como diseñador gráfico y aún continúa en terapias para recuperar la movilidad de sus dedos.

Compromiso

La firma del pacto de no agresión se logró con la gestión de la Primera Gestora de Paz de Soledad, Alba Olaya de Herrera, quien se acercó a las pandillas y prepara una oferta de educación y salud, mediante la Secretaría de Gestión Social y de Gobierno.

'Hacemos una caracterización de los jóvenes porque no todos tienen las mismas necesidades. Si no está estudiando, le vamos a dar la oportunidad para que valide el bachillerato y luego pueda obtener un título técnico o tecnólogo. Otra opción es la sisbenización para que puedan entrar al programa de Jóvenes en Acción', explica Olaya, vía telefónica. En unos 15 días, asegura, terminará la caracterización para conocer las necesidades y empezar con las actividades.

Cuando caiga la próxima lluvia los integrantes de ‘Los Eso Va’ y ‘Los Antipáticos’ ya no estarán en los improvisados frentes de batalla de la Murillo. El pelinegro de ‘Los Catre’, asegura, pasará de largo con cualquier pedrada, pero ‘El Dante’ volverá a atravesar el infierno en su propio barrio, si es necesario, hasta que le llegue la hora de su juicio por sus actos o tenga una oportunidad de redemirse con la sociedad.